Expedición 2009 Ecuador a la Antártida
Punta Arenas, 11 de enero de 2009
Queridos amigos,
Les envío este corto primer relato para contarles como avanza Expedición 2009 Ecuador a la Antártida. Recuerdo cuando en noviembre 2007 les contaba como el cielo de Quito y su caprichoso clima retrazaron mi partida hacia la Pirámide de Carstensz por casi 14 horas. Entonces me pareció una eternidad. En esta ocasión, los vuelos y conexiones entre Quito y Punta Arenas, plataforma de lanzamiento a la Antártida, funcionaron como reloj suizo. Llegué a Punta Arenas el día miércoles 7 de enero a las 11.30am como estaba previsto. La primera turbulencia la sentí fue durante el aterrizaje en esta ciudad, cuando el fuerte viento sacudió el avión Airbus A320 haciendo que este tocara bruscamente la pista. Esos fuertes vientos que sirvieron de comité de bienvenida no han amainado hasta ahora, domingo 11 de enero.
Estoy en Punta Arenas esperando que el tiempo mejore para que el avión Tupolev Ilyushin 76 pueda volar hasta la base Patriot Hills en el interior del continente azul, ubicada a 80 grados 18 minutos de latitud sur y 81 grados 21 minutos de longitud oeste. Esa condición no es fácil de lograr en estas latitudes, y en especial porque las condiciones de tiempo estable deben coincidir en Punta Arenas, a lo largo de la ruta y en la zona de aterrizaje en Patriot Hills, situada a casi tres mil kilómetros la ciudad donde me encuentro. Mi equipo para la expedición ha sido inspeccionado por la compañía que opera los vuelos y expediciones a la Antártida y ha sido llevado al avión. Han sido ya tres días en espera y solo Dios sabe cuantos más serán; Esto es parte de la aventura y el secreto del éxito está en la paciencia!
Una vez que las condiciones de tiempo colaboren partiremos en dirección Sur, sobrevolaremos Tierra del Fuego y luego las aguas abiertas del Paso de Drake, famoso por sus violentas tormentas. A 66 grados de latitud Sur cruzaremos el Circulo Popal Antártico y a 71 grados latitud Sur avistaremos las primeras costas del continente azul. El vuelo continuará hacia el sur sobrevolando la cordillera Ellsworth hasta el paralelo 81, donde avistaremos las Colinas Patriot y la pista de hielo natural constantemente azotada por los fuertes vientos Katabáticos que descienden de las montañas y la mantienen despejada de nieve.
Voy por la séptima de mis Siete Cumbres Ecuador Sin Limites. Será una experiencia increíble! Sin embargo, llegar hasta la Antártida será en si mismo todo un logro. Cómo en todas las expediciones anteriores, voy tan preparado como puedo estarlo pero al mismo tiempo con la humildad necesaria como para saber que al final del día es la montaña la que decidirá quien sube a su cumbre y quien no.
Lunes 12 de enero: Han pasado tres días de angustiosa espera por falta de condiciones climáticas propicias para el vuelo y aterrizaje antártico. He estado en “stand-by” desde las 6.30am y he recibido tres llamadas telefónicas del operador logístico informando que los vientos se mantienen demasiado fuertes para intentar un aterrizaje en Patriot Hills. No es posible pasar una noche más en mi hotel ya que están totalmente llenos, si no volamos hoy, quizá deba pasar la noche el lobby.
Finalmente! A las 7.30pm me han confirmado que los vientos han amainado, llegó la hora y mi corazón late aceleradamente. A las 9.30pm abordé el Ilyushin 76 (IL 76) para volar hacia el Continente Azul. Esta máquina voladora impresiona y luce a primera vista más pequeña de lo que es. Sus alas caídas, cuerpo compacto y robustos motores jet indican una diseño especial para despegues en pistas cortas. Parece un aparato muy estable, debe serlo pues la Antártida es uno de los lugares más difíciles del mundo para aterrizar un avión, no existen pistas construidas por el hombre, únicamente explanadas de hielo natural.
El interior del avión luce menos auspicioso, parece una gran bodega metálica, como un contenedor de carga. Los paneles metálicos no tienen recubrimientos plásticos que disimulen la infinidad cables y tuberías que cruzan la nave de tope a tope. En ella se han adaptado algunas filas de asientos medianamente confortables en su parte central, así como improvisadas máscaras de oxigeno en caso de despresurización repentina. Al fondo están apilados las mochilas y equipo de los expedicionarios y otros pertrechos y provisiones para la base Patriot Hills. Todos los suministros necesarios para hombres y máquinas deben ser transportados desde Chile, y todos los desechos traídos de vuelta desde Antártida. Cualquiera que tenga el más mínimo temor a volar, mejor que no aborde el IL 76!
10.00pm. Los motores del IL76 rugen furiosamente, el ruido es infernal. El gigantesco avión toma pista y despega con rumbo al sur. A mis costados están sentados Bruno Baschung (43) de Francia y Pedro Holst (53) de España. Todos parecemos niños mirando con ojos de asombro y curiosidad a nuestro alrededor. Nos maravillamos con cada detalle que descubrimos en esta peculiar máquina. “A esto se le ven todas las tripas” comenta Pedro. “Las máscaras de oxigeno parecen un chiste” le contesto. Nos ponemos tapones en los oídos. Pronto alcanzamos la altitud de crucero.
El vuelo es sorprendentemente estable, no se siente la más mínima turbulencia. A mitad de camino, el ingeniero de vuelo nos invita a visitar su estación de trabajo. Esta se ubica en la nariz del avión y está constituida por paneles de cristal. Se asemeja al nido frontal de ametralladoras de un B29 Superfortaleza de la Segunda Guerra Mundial. ¡Qué espectacular vista! Hay espacio para una sola persona a la vez, el ingeniero de vuelo se toma el tiempo de explicar las cartas de navegación con las que está trabajando y la utilidad de los aparatos a su alrededor. ¡Y por supuesto para tomar las fotos solicitadas por estos niños grandes!
13 de enero, 2.50am. El IL76 toca hielo antártico. El aterrizaje es suave. “Este piloto es un maestro” comentamos. El avión se desliza sobre el hielo azul, se sacude de arriba abajo y de lado a lado. La máquina rueda y rueda en una carrera que parece interminable, sus motores rugen en reversa en lo que parece un desesperado intento del piloto por desacelerar el aparato sin hacer uso de los frenos. La más ligera presión sobre el pedal de freno podría provocar que el avión derrape y empiece a girar sobre su propio eje. Al cabo de interminables minutos la máquina finalmente se detiene. El viaje desde Chile nos ha tomado poco más de 4 horas. 3.00am. Desembarcamos en el Continente Azul. La Antártida nos recibe con un sol radiante, casi parece que nos sonríe y nos invita a pasar unos días memorables en su interior. ¿Hemos llegado a otro planeta? Nada más que hielo y nieve hasta donde alcanza la vista.
La base Patriot Hills (PH)se encuentra a aproximadamente a 1 kilómetro de la pista de hielo. El personal nos recibe cordialmente y nos ofrece unos refrigerios en la instalación principal a la que apropiadamente han apodado “Patriot Hills Beach Paradise”, luego nos asignan nuestras tiendas. Las tiendas aquí instaladas son de tipo “almeja”, replicas de las que utilizó Sir Ernest Shackleton en su Expedición Antártica Británica de 1907, muy civilizadas. Yo compartiré con Pedro Holst. A las 4.30am nos retiramos a descansar. Si el tiempo continúa estable, en pocas horas abordaremos el Twin Otter (Totter) con rumbo al Campo Base (CB) del Vinson. Con esfuerzo, logro conciliar el sueño a aproximadamente las 6.00am.
Luego de aproximadamente 4 horas, empezamos a prepararnos para el vuelo hacia el CB. Es necesario estar permanentemente listo para abordar la avioneta en el momento en que las condiciones de viento y visibilidad lo permitan. El personal de la base PH nos convida un suculento desayuno. Una hora más tarde estamos a bordo del Totter, volando sobre la inmensidad de este fantástico lugar. Es un vuelo a altitud relativamente baja, no sobrepasamos los 3000m; sobrevolamos inmensos campos de hielo azul y pasamos junto o muy cerca de las cumbres de dramáticas elevaciones de la cordillera Ellsworth. El vuelo nos toma aproximadamente 55min. y aterrizamos sobre el glaciar Branscomb a 2200msnm.
En el CB nos recibe Scott Woolooms de Estados Unidos, a quien conocí durante el ascenso al Everest en mayo de 2006. Él será el líder de nuestro equipo. ¡Vaya coincidencia! Scott nos muestra las tiendas, en esta ocasión compartiré la mía con Yuri Beloyvan, un colega ruso de 1.85m de estatura que ha escalado el Cho Oyu y que no habla ni una palabra de español y muy poco de inglés. El lenguaje de la montaña es universal, no tendremos problemas para comunicarnos. Poco después todos los miembros del equipo (8 escaladores en total) nos reunimos en la tienda comedor. Somos dos polacos, dos rumanos, un ruso, un francés, un español y su servidor. Todos tenemos experiencia en los Himalayas y estamos en diferentes etapas del camino a alcanzar las Siete Cumbres. Uno de los colegas polacos, Robert Rozmus, completará el circuito con la cumbre del Vinson al igual que yo. Luego de hidratarnos y reponer energías vamos a escalar un pico cercano. Ascendemos rápidamente y sin dificultad hasta los 3200msnm. Todos estamos en muy buena forma y nos movemos eficazmente en las pendientes. Somos un equipo muy fuerte. Durante la cena discutimos el plan para los siguientes días y tomamos la decisión de intentar un ascenso rápido, si el tiempo lo permite.
Es hora de ir a dormir. No es fácil conciliar el sueño cuando el sol nunca se oculta. El reloj biológico parece funcionar más rápido y al mismo ritmo todo el día. Algunos de los colegas han empezado a sentir la altura. A pesar de que estamos a apenas 2200msnm, fisiológicamente se sienten como 3000msnm. La atmósfera es más fina en estas latitudes tan extremas. Es necesario dormir y descansar lo más posible. Mañana haremos la aproximación en skies hasta el sitio del campo bajo (Cb), situado a 9km y 700m más alto.
Reciban un afectuoso saludo desde la ciudad más austral del mundo.
Miércoles 14 de enero. Ha sido una “noche” incomoda. La temperatura dentro de la carpa descendió hasta –19 grados centígrados. Apenas hay espacio suficiente para dos escaladores y dado el tamaño de Yuri y mío, el mismo es menos que adecuado. Han pasado apenas 48 horas desde la última vez que fue posible tomar una ducha y Yuri y yo ya empezamos a “oler a santidad” como diría mi querido amigo Miguel. Paradójicamente, a pesar de estar rodeados por infinitas cantidades de hielo y nieve, el agua es aquí uno de los recursos más costosos y difíciles de obtener. A eso es necesario añadir la necesidad de observar las estrictas medidas de conservación del medio natural impuestas por los protocolos del Tratado Antártico, mismas que exigen que todo desecho sea transportado de vuelta al continente Sudamericano. Todo esto es parte de este apasionante juego.
Desayunamos a las 8:30am. Partiremos con rumbo este, glaciar arriba a la 1pm. La mañana pasa rápidamente reempacando equipo y provisiones en bultos más apropiados para ser transportados en trineo. Cada uno debe llevar, además de su equipo personal, una tienda, hornillo, combustible y comida para cinco días. Yo haré cordada con Scott y Zsombor Tulit de Rumania. Él quiere esquiar de vuelta desde la cumbre, es miembro de la patrulla de ski de su país, todo un experto. Scott prácticamente nació sobre sus skies. Yo en cambio, no he practicado más de cuatro veces en los glaciares del Cayambe y Antisana. Pero ¡arriba Ecuador, por supuesto que podemos!
1.00pm. Hora de calzar los skies. Subiremos por el Glaciar Branscomb bajo la cara oeste de la montaña. El día esta soleado y con viento moderado. Avanzamos a buen paso y a los tres kilómetros hacemos una pausa para hidratarnos. Hasta aquí me he manejado con solvencia en los skies. Ahora giramos hacia el norte para continuar cuesta arriba otros 6km hasta el sitio donde montaremos el campo bajo (Cb). En ese trayecto el ski izquierdo se separa de mi bota en tres ocasiones. Que lata. Sin embargo no es un problema pues puedo recalibrarlo sin inconvenientes para proseguir marcha casi de inmediato. Esta es mi primera travesía alpina en skies de distancia considerable, nunca antes había podido probar la efectividad del conjunto skies – botas. Siento que las botas no están suficientemente ceñidas a mis pies. Pero las molestias se justifican. Pasamos con seguridad sobre varias grietas de considerable tamaño. Cubrimos los 9km en apenas 4 horas y media, incluidas dos paradas de 15 minutos para rehidratación. Tomando en cuenta que llevamos pesadas mochilas a nuestras espaldas y que adicionalmente arrastramos trineos con carga adicional, ¡hemos hecho un excelente tiempo!
El sitio de Cb está rodeado por paredes montañosas en sus lados norte, este y oeste. Es un valle relativamente pequeño, bien protegido y situado a 3000msnm. Son las 6.00pm y empezamos a organizar el campamento. Da la impresión de ser medio día. La verdad es que la hora del día aquí no significa mucho. Cada par de escaladores debe contribuir en la construcción de un muro de bloques de hielo al rededor del sitio para protegernos en caso de vientos fuertes y a montar su propia tienda. Entre tanto, Scott y su apoyo levantarán la carpa comedor y prepararán la cena. Siento fuego los talones y las plantas de mis pies, esto no es buena señal.
A las 8.00pm nos juntamos todos para comer. En el ambiente flota un aire de gran camaradería. La colaboración y el trabajo en equipo han surgido naturalmente. La montaña crea nexos muy fuertes, muy rápido. Intercambiamos historias de expediciones pasadas y hacemos bromas. Disfrutamos un suculento spaguetti con salsa de carne y brownies para el postre. Discutimos el plan para mañana. Algunos de los miembros del equipo necesitan tiempo para aclimatarse. Las opciones para mañana son descansar, explorar el extremo norte del valle o ascender la colina al costado este del campo. Me encantaría escalar la colina, las vistas desde allá arriba deben ser fuera de este mundo. Ya en la tienda, reviso mis pies. Esto no se ve bien.
Jueves 15 de enero. La localización del sitio del Cb, rodeado de montañas en tres lados, hace que el sol se pierda detrás de ellas entre las 3.30am y las 11.30am. Entre esas horas la temperatura se desploma hasta –20 grados centígrados al abrigo de la carpa. Anoche, hasta las 3.30am la temperatura dentro de la tienda no bajó de –8 grados. Durante la “noche” he podido atender las molestias de mis pies. Tengo ampollas gigantes en mis talones y plantas. Las primeras están reventadas y me causan un dolor intenso. He aplicado antiséptico y polvo secante y cicatrizante. Las cubriré con apósitos respirables que hacen las veces de piel artificial para evitar el contacto directo de la piel viva con el calcetín. El resto del ascenso será doloroso, pero con los debidos cuidados, mis heridas no serán un problema insalvable. Sin embargo, hoy no podré ascender a la colina al oeste del Cb, lo mejor es darles tiempo a mis pies para recuperarse.
Emergemos de las tiendas al medio día y nos juntamos a la 1pm en la carpa comedor para desayunar. No soy el único con problemas de ampollas. Scott irá con su ayudante Daren a escalar la colina y David Neacsu de Rumania y los polacos Robert y Marian irán a explorar el extremo norte del valle. Marian es un personaje singular, luce frío como el hielo, no sabe una palabra de inglés y no hace ningún intento por intentar comunicarse. El resto de nosotros permaneceremos en el Cb. Bruno, Pedro, Yuri y Zsombor están sintiendo la altura y les hará bien tener un día relajado para mejorar su aclimatación. Aprovechamos para tomar fotografías, organizar bien el equipo que subiremos al campo alto (CA) y simplemente, para disfrutar el panorama.
Viernes 16 de enero. El tiempo sigue colaborando, en el cielo hay escasas nubes y la velocidad del viento es baja. Es un buen día para subir al sitio del CA. Preparamos nuestras mochilas con equipo y provisiones para cinco días. El tiempo podría cambiar repentinamente allá arriba y podríamos quedar atrapados varios días en una tormenta de nieve. Cada un de nosotros transportará aproximadamente 20kg a la espalda, en esta sección de la ruta usar los trineos es un despropósito.
Salimos a la 1pm con rumbo norte nordeste hacia fondo del valle donde el Glaciar Branscomb se une con la amplia arista del mismo nombre y que es la vía de acceso a las alturas del Monte Vinson. Hemos conformado 4 cordadas: la polaca (Robert y Marian), la rumana (Zsombor y David), la europea occidental (Pedro y Bruno) y la internacional (Yuri, Scott y yo). Una distancia de aproximadamente 2.5km separa el sitio del Cb del pie de la arista y cubrimos la distancia en 45 minutos. Desde la base, la rampa Branscomb intimida. Se prolonga hacia arriba hasta confundirse con el cielo infinito con una pendiente continua que aproximadamente 45 grados. Son unos 600 metros lineales en terreno mixto de nieve y hielo azul con algunas pequeñas secciones rocosas. Los crampones serán puestos a severa prueba, no hay duda, para no mencionar la capacidad pulmonar y la técnica de cada uno de nosotros.
Iniciamos el ascenso y progresamos con solvencia hasta completar aproximadamente un tercio de la ruta. Sin embargo, es en este tipo de trayecto en el que uno se cuestiona a veces la razón de hacer cosas como esta. Cada paso hacia arriba, sometidos a la agobiante y asfixiante tiranía de la mochila y con el riesgo latente de resbalar y rodar decenas de metros, es una dura prueba a la resistencia y fuerza de voluntad de cada uno de nosotros. El esfuerzo le ha pasado factura a Pedro y ha empezado a sentir agudas punzadas en el pecho. Él se detiene. Los miembros del equipo lo animamos a seguir, evaluando permanentemente su condición y reduciendo el paso. Esas punzadas podrían ser un incipiente síntoma de edema pulmonar. Pedro debe poner en un lado de la balanza el ingente costo monetario que supone esta expedición y la ambición de lograr una de las Siete Cumbres y en el otro la prudencia para preservar la propia integridad física y las posibilidades de cumbre para el resto de los miembros del equipo. Pedro decide dar media vuelta; Llegar hasta aquí para dar media vuelta… Se requiere mucha madurez y generosidad para tomar esta decisión. Pedro regresa al Cb y lleva consigo un radio transmisor con el que podrá mantener el contacto con nosotros.
Han transcurrido seis largas horas desde que dejamos el Cb y hemos ganado 1100 metros de desnivel vertical. Finalmente llegamos al sitio del CA hacia las 7.00pm. En menos de una hora las tiendas están montadas y preparadas para albergarnos. Durante la cena hacemos contacto por radio con Pedro. Sus dolencias han amainado pero ha decidido descender hasta el CB esa misma tarde. Ahora se encuentra seguro y bien atendido. Es un alivio para todo el equipo.
Luego evaluamos el plan para mañana. El tiempo ha empezado a deteriorarse. El cielo está parcialmente nublado y la velocidad del viento se ha incrementado. El pronóstico del tiempo que Scott recibe por radio indica que habrá un deterioro progresivo en los dos próximos días. Mañana se esperan vientos moderados, cielos parcialmente nublados y eventual precipitación de nieve. El día subsiguiente la velocidad del viento se incrementará sustancialmente. Cuando el viento sopla con mayor fuerza, el factor de enfriamiento se incrementa exponencialmente, potenciando el riesgo de congelaciones.
Algunos de los miembros del equipo preferirían pasar el día de mañana en el CA para optimizar su aclimatación. Las saturaciones de oxigeno de la mayoría de nosotros están altas, sin embargo no es así para todos, tenemos una lectura de apenas 67%, por debajo de niveles mínimos de seguridad. Sin embargo, no hay síntomas de mal agudo de montaña (MAM) en ninguno de los miembros del equipo. Decidimos intentar el asalto a la cumbre el día de mañana en un afán de evitar quedar atrapados en medio de una tormenta que podría desatarse aquí arriba en las próximas horas. Saldremos a primera hora hacia nuestro objetivo pero daremos la media vuelta si alguno de los miembros presenta síntomas de MAM o si el tiempo se complica demasiado. Tenemos provisiones para cinco días y podremos intentarlo nuevamente si es necesario.
Sábado 17 de enero: Las horas de descanso no han sido suficientes para recuperarnos completamente del esfuerzo de ascender hasta el campo alto. A Yuri y a mi nos cuesta mucho dejar los sacos de dormir. Pero el deber nos llama, y las 7am empezamos a prepararnos. Yuri ha salido un momento de la tienda. Cuidadosamente reviso cada una de las piezas de equipo e indumentaria que utilizaré el día de hoy. Ningún detalle puede descuidarse, pues este día marcará el hito culminante del proyecto que he ejecutado con tanta pasión y dedicación desde hace casi una década. Ropa térmica, varios pares de guantes y mitones, balaclava, gafas y visor anti tormenta, arnés, piolet, mosquetones, botas, crampones, comida de marcha, protector solar y botiquín, todo ha sido revisado dos veces. Mis cámaras fotográfica y de video, con sus baterías extra y accesorios, están listas para documentar lo mejor posible las acciones de este grandioso día.
Dan las 7:30am. Yuri regresa a la tienda. Tenemos media hora antes de reunirnos con los otros miembros para desayunar. Nos ponemos a ver las fotos que cada uno ha tomado en este viaje. Sus fotos son muy buenas. Me habla orgulloso de una exposición fotográfica que organizó en su Rusia adoptiva. Él nació en Ucrania y desde hace casi quince años vive en Moscú. Me muestra fotografías de su familia. Él tiene una bebé de apenas unos meses, y un pequeño hijo de tres años de edad; Puedo ver en los ojos de este grandulón el incondicional amor e inmensa ternura que siente hacia su pequeño. Saca de entre sus cosas un cuaderno de apuntes; Me dice que está haciendo un libro ilustrado sobre la expedición para sus pequeños hijos. Me impresiona la calidad de sus ilustraciones, no cabe duda, Yuri es un artista. Jamás lo hubiera imaginado. Me cuenta su historia y cómo llegó a ser millonario, habiendo empezado un modesto negocio hace diez años luego de perder su trabajo a causa de la crisis económica que azotó Rusia en 1999. Escala montañas desde hace algunos años y ha estado en la cumbre del Cho Oyu, uno de los catorce ocho miles. A las 8:00am es hora de calzar las botas e ir a desayunar.
El día está nublado pero se puede apreciar la silueta del monte Shinn hacia el norte del campamento. Todos los miembros del equipo nos reunimos en la tienda comedor. Estamos expectantes por lo que nos traerá el día y hacemos bromas mientras disfrutamos de una suculenta avena instantánea. En general, estamos muy entusiastas, sin embargo Zsombor tiene un ligero dolor de cabeza. A pesar de la molestia, su saturación de oxígeno ha mejorado durante la noche. Él siente que podrá llegar a la cumbre y bajar. Para incrementar sus posibilidades, él se adelantará media hora e irá a su propio ritmo. Zsombor es el más jovial y optimista del grupo, pequeño y robusto, con su frondoso y clásico bigote, su excelente buen humor y agradable conversación, es sin duda el alma del equipo.
A las 9:00am las cordadas empiezan a recorrer los 14 kilómetros que nos separan de la cima. Será un ascenso muy gradual sobre el Glaciar Somital del Vinson y ganaremos 900 metros de desnivel vertical. Scott, Yuri y yo salimos últimos, a las 9:30am. El sol se muestra tímidamente entre las nubes y el viento es casi una brisa. Las primeras horas de la travesía sobre el glaciar transcurren sin incidentes. Todas las cordadas avanzan a buen ritmo. Al internarnos en el glaciar el tiempo empieza a empeorar y la temperatura desciende hasta -30 grados centígrados. El viento arrecia y alcanza una velocidad de 12 nudos. Scott empieza a preocuparse. A mitad de camino hacemos una segunda parada para hidratarnos y reponer carbohidratos. Zsombor está sufriendo, tiene dolor de cabeza y su ritmo es lento, sin embargo puede seguir adelante; Si se mantiene bien hidratado, podrá llegar a la cumbre. ¡Este rumano es muy fuerte y muy motivado!.
A medida que avanzamos el tiempo empeora más y más. Ha empezado a nevar y nuestra ropa está cubierta de escarcha. A tres cuartos de la ruta hacemos la última parada de descanso. Estamos al pie de la arista que da acceso a la cumbre. Hasta este momento hemos recorrido un glaciar protegido en tres flancos por paredes de roca y hielo. Sin embargo en la siguiente fase del ascenso estaremos totalmente expuestos al embate del viento y los elementos. De aquí en adelante no podremos tener ni la más pequeña parte corporal al descubierto ya que de lo contrario el viento helado la congelará. Todos revisamos nuestros trajes de pluma, balaclavas y visores anti tormenta. La velocidad del viento se ha incrementado considerablemente. David, el otro colega rumano, descubre un problema con los cierres laterales de sus pantalones. Ellos han cedido y es imposible arreglarlos.
David se pone muy inquieto. Se descontrola y lucha desesperadamente tratando de hacer que los cierres de sus pantalones vuelvan a accionar. No lo logra. Scott se acerca para echar un vistazo y encuentra una manera de solucionar el problema, sin embargo David está muy agitado. Scott asegura las correas del arnés de David alrededor de la parte superior de las piernas de su traje, mientras yo le hablo para relajarlo. “Relájate David, todo estará bien. Fijaremos cinta Duck alrededor de las piernas de tu pantalón y ya veras que no entra ni un átomo de aire frío”. -“Ok, ok, Patricio”, me responde. Resuelto el problema, viramos a la derecha casi 180 grados, fijamos rumbo norte noreste e iniciamos el ascenso por la arista.
Sin la protección de las laderas de la montaña, estamos totalmente a merced del viento. Ráfagas feroces se arremolinan, envolviéndonos por completo y cubriéndonos con polvo de nieve. La sensación de frío se incrementa hasta el punto de entumecer mis músculos faciales; Verifico la correcta colocación de mi balaclava y máscara anti-tormenta; todo parece estar en orden, aun así el frío intenso penetra el material Polartec de mi balaclava hasta el punto de hacer rechinar mis dientes. A pesar del intenso frío, ganamos altura rápidamente. Estamos a menos de una hora de la cumbre. La arista nos lleva hasta la base de la formación rocosa que da acceso a la fase final de la ascensión: la travesía sobre la cresta de la montaña hasta su punto más alto. Nos toma aproximadamente 30 minutos llegar hasta ahí. Todos estamos muy fríos y las formaciones rocosas nos protegerán del viento mientras nos re-hidratamos con té caliente. Es una parada muy corta, apenas cinco minutos, pero necesaria para que todos podamos coordinar esta última fase. Estamos a menos de media hora de nuestro objetivo, pero lo que viene es la sección más expuesta de toda la travesía.
Iniciamos la fase final del ascenso, una sección muy empinada en terreno mixto. Es necesario escalar un pequeño crestón de roca en cuyo costado derecho se encuentra un inmenso precipicio. Scott va adelante, yo lo sigo de cerca y Yuri cierra nuestra cordada. La maniobra en el crestón requiere de equilibrio y concentración. El cielo está cubierto pero sin embargo las ráfagas de viento despejan intermitentemente las nubes bajas y dejan ver espectaculares vistas del glaciar y la arista que hemos ascendido para llegar hasta aquí. La inmensidad de esta montaña se pone de manifiesto, podrá no ser la más alta pero es una de las más extensas, sin duda le hace honor a su nombre.
Al llegar a la parte más alta de la roca se revela ante mí la verdadera magnitud de la cresta del Macizo Vinson. Ella se extiende por varios cientos de metros en dirección Sur-Norte, como una ondulante cuchilla de sierra. Es difícil decir dónde está su punto más alto. Su cumbre no se parece a ninguna otra que yo haya visto. Scott me indica un punto a aproximadamente 400 metros de distancia, en él la cresta se desvía ligeramente hacia el oeste y parece descender. ¡Esa debe ser la cumbre! De pronto siento un tirón en la cuerda. Es Yuri que ha sacado la bandera con el logotipo de su restaurante y me está pidiendo que le tome una fotografía. Él está semiarrodillado; Se reincorpora y empieza a caminar hacia mí. Se tambalea un poco y saca su cámara de video, está visiblemente emocionado. Él piensa que hemos llagado a la cumbre. Las nubes bajas nos envuelven nuevamente. Scott está nervioso y nos pide que nos pongamos en marcha de inmediato. Yuri no entiende, él quiere que lo filme con su bandera. Me acerco y le explico que aun no hemos llegado. Aun debemos hacer esta peligrosa travesía de 400 metros a lo largo de esta delgada cuchilla. Finalmente reacciona y guarda la cámara y su bandera. Nos ponemos nuevamente en marcha. El nombre del juego ahora es “equilibrio”.
Por momentos esta travesía me recuerda a aquella que hice a finales del mayo 2006 a 8750 metros de altitud; La cresta es muy expuesta, es como caminar al borde de un balcón en el último piso de un rascacielos. Las intermitentes ráfagas de viento nos sacuden y activan descargas de adrenalina. Todos mis sentidos se agudizan y me mantienen alerta y concentrado. Ya falta poco. Unos metros más. ¡Ya está! ¡Estoy parado al borde del balcón más alto del Continente Azul! Este es el momento culminante de nueve años de esfuerzo, optimismo, dedicación, alegrías, frustraciones y penurias. Muchos recuerdos pasan por mi mente en un instante. ¡Lo he logrado, la Séptima Cumbre! Pienso para mí. Me siento profundamente feliz. Yuri llega poco después y nos felicitamos mutuamente. Las sonrisas no nos caben en la cara.
Sin embargo, no podemos quedarnos mucho tiempo a disfrutar del momento. El cielo está totalmente cubierto y el viento sopla a más de 20 nudos. Scott piensa que una fuerte tormenta puede estar en camino. Se siente mucho frío, deben ser unos 50 grados bajo cero. Son las 3:55pm. Documentamos gráficamente nuestro logro, tomamos las fotos de rigor y hacemos unas tomas de video. Todo ese esfuerzo, dinero y tiempo se cristaliza en menos de 10 minutos en el techo de la Antártida. No intentaré explicar lo inexplicable. Solo diré que cada segundo, centavo y gota de sudor han valido la pena.
El resto de nuestros compañeros van llegando de a poco mientras nosotros tres iniciamos el descenso. Acordamos reagruparnos 400 metros verticales más abajo, al pie de la arista, pues ahí estaremos al abrigo del helado viento. Realizamos el descenso a buen paso y con mucha solvencia. La sensación de frío se reduce rápidamente tan pronto llegamos al Glaciar Somital. Nos quitamos las mochilas y nos sentamos sobre la nieve para tomar un merecido descanso. Estamos a 14 kilómetros del campamento alto, es una considerable distancia y deberemos cubrirla con relativa rapidez. Un poco de chocolate, té caliente y estamos listos para proseguir. Nuestros compañeros han tardado en llegar y quieren unos minutos adicionales de descanso. Aprovechamos el tiempo para tomar más fotografías de todos nosotros. Probablemente esta será la primera y única vez en nuestras vidas que visitaremos esta montaña. Una vez reagrupados y re hidratados proseguimos ruta de vuelta a nuestros refugios de nylon. A medida que descendemos la temperatura se eleva sensiblemente. De cuando en vez el sol nos deja sentir sus mágicos rayos pero en general el tiempo permanece cubierto hasta que retornamos al campamento. Scott, Yuri y yo somos los primeros en llegar a aproximadamente las 7:10pm. En los siguientes 20 minutos todos nuestros compañeros están de vuelta. La nieve ha empezado a caer y el cielo ha terminado de encapotarse. Pero ya no nos preocupa tanto, hemos cumplido nuestro propósito y todos hemos regresado a la seguridad de nuestras carpas.
Han sido dos agotadoras jornadas y el cansancio hace que todos durmamos profundamente hasta la mañana siguiente. Abro los ojos a las 8:00am y con mucho esfuerzo logro extraerme de mi saco de dormir. En media hora empezaremos a desmontar las tiendas para iniciar el descenso hasta el campo base. La mañana está despejada pero se pueden ver algunas nubes densas acercándose desde el norte. Mis ampollas reventadas no tardan en recordarme que están ahí. Tengo dos heridas abiertas bastante profundas en los talones y una tercera en la planta de mi pie derecho, y ahora que el efecto de la adrenalina ha pasado el dolor me pasa factura. Aplico primeros auxilios lo mejor que puedo y protejo las heridas con apósitos especialmente diseñados para ese propósito. Aun así, me preparo mentalmente para la tortura que será cubrir los 12 kilómetros que nos separan del campo base.
Al salir de la carpa veo a Marian, el polaco silencioso. Está listo para ayudarnos a desmontar nuestra carpa y sonríe como no lo había hecho en toda la expedición hasta ese momento. Todos los demás colegas trabajan arduamente para desmontar el campamento. Todo el material está empacado y listo para transportarse cuesta a bajo en muy poco tiempo. Una barra de cereal y té caliente será todo nuestro desayuno. Queremos estar en la rampa cuanto antes. Iniciamos el descenso a las 9:00am, y cubrimos la distancia hasta la salida de la rampa en menos de 15 minutos. El sol aún no ha salido de detrás de las montañas y el viento sopla con alguna fuerza, es un mañana muy fresca. Nos encordamos y verificamos el material técnico para el descenso por la empinada rampa. Bajamos rápidamente y sin ningún contratiempo; En menos de una hora estamos en el valle, a menos de dos kilómetros del campo bajo. 20 minutos más y estamos empacando todo el equipo en los trineos. Somos una eficiente máquina expedicionaria, trabajamos coordinadamente y con energía. Pronto estamos en camino hacia el campo base. Llevar los trineos cargados cuesta abajo es el último reto que debemos solventar. Estos elementos tienden a tener voluntad propia en pendientes cuesta abajo. Se acercan rápidamente por detrás haciéndonos perder el equilibrio en más de una ocasión. A pesar de los pequeños contratiempos llegamos al campo base antes de la 1:00pm. Al poco rato, el almuerzo está listo y disfrutamos de una estupenda comida caliente acompañada de risas, buen ánimo y bebidas apropiadas para celebrar nuestro éxito.
Durante la tarde, el cielo se ha despejado totalmente. Las condiciones climatológicas son muy propicias para que el Twin Ottrer aterrice en la improvisada pista de nieve junto al campamento. A las 8:00pm, el pequeño avión toca tierra. En menos de una hora volamos con rumbo sur hacia Patriot Hills. Hacia las 10:00pm estamos nuevamente en la base. Han sido unos días intensos. A Patriot Hills han llegado varias expediciones de diferentes lugares de la Antártida. La que más llama mi atención es la que celebra el centenario de la Expedición Antártica Británica de 1907-1909 que fue liderada por Sir Ernest Shackleton. He sido afortunado de poder conocer a los descendientes directos de los cuatro heroicos exploradores británicos que descubrieron el paso hacia el Polo Sur hace cien años y que se vieron forzados a dar media vuelta a escasas 96 millas de su objetivo para evitar morir por inanición. Su proeza resuena aun hoy y ha sido reconocida por los famosos exploradores del Continente Azul, incluyendo a Roald Amundsen, el noruego que lideró al primer equipo que llegó al Polo Sur el 14 de diciembre de 1911. No puedo pensar en una más feliz coincidencia para Expedición 2009 Ecuador a la Antártida.
De esta manera el Proyecto Siete Cumbres Ecuador Sin Limites llega a su exitoso final. Una visión clara se ha transformado en una palpable realidad, gracias al optimismo y perseverancia de quien la ha liderado. Patricio Crausaz expresa su más profunda y sincera gratitud a todas aquellas personas y empresas que generosamente han apoyado el esfuerzo realizado a lo largo de los últimos nueve años. ¡Siempre arriba Ecuador!
Queridos amigos,
Les envío este corto primer relato para contarles como avanza Expedición 2009 Ecuador a la Antártida. Recuerdo cuando en noviembre 2007 les contaba como el cielo de Quito y su caprichoso clima retrazaron mi partida hacia la Pirámide de Carstensz por casi 14 horas. Entonces me pareció una eternidad. En esta ocasión, los vuelos y conexiones entre Quito y Punta Arenas, plataforma de lanzamiento a la Antártida, funcionaron como reloj suizo. Llegué a Punta Arenas el día miércoles 7 de enero a las 11.30am como estaba previsto. La primera turbulencia la sentí fue durante el aterrizaje en esta ciudad, cuando el fuerte viento sacudió el avión Airbus A320 haciendo que este tocara bruscamente la pista. Esos fuertes vientos que sirvieron de comité de bienvenida no han amainado hasta ahora, domingo 11 de enero.
Estoy en Punta Arenas esperando que el tiempo mejore para que el avión Tupolev Ilyushin 76 pueda volar hasta la base Patriot Hills en el interior del continente azul, ubicada a 80 grados 18 minutos de latitud sur y 81 grados 21 minutos de longitud oeste. Esa condición no es fácil de lograr en estas latitudes, y en especial porque las condiciones de tiempo estable deben coincidir en Punta Arenas, a lo largo de la ruta y en la zona de aterrizaje en Patriot Hills, situada a casi tres mil kilómetros la ciudad donde me encuentro. Mi equipo para la expedición ha sido inspeccionado por la compañía que opera los vuelos y expediciones a la Antártida y ha sido llevado al avión. Han sido ya tres días en espera y solo Dios sabe cuantos más serán; Esto es parte de la aventura y el secreto del éxito está en la paciencia!
Una vez que las condiciones de tiempo colaboren partiremos en dirección Sur, sobrevolaremos Tierra del Fuego y luego las aguas abiertas del Paso de Drake, famoso por sus violentas tormentas. A 66 grados de latitud Sur cruzaremos el Circulo Popal Antártico y a 71 grados latitud Sur avistaremos las primeras costas del continente azul. El vuelo continuará hacia el sur sobrevolando la cordillera Ellsworth hasta el paralelo 81, donde avistaremos las Colinas Patriot y la pista de hielo natural constantemente azotada por los fuertes vientos Katabáticos que descienden de las montañas y la mantienen despejada de nieve.
Voy por la séptima de mis Siete Cumbres Ecuador Sin Limites. Será una experiencia increíble! Sin embargo, llegar hasta la Antártida será en si mismo todo un logro. Cómo en todas las expediciones anteriores, voy tan preparado como puedo estarlo pero al mismo tiempo con la humildad necesaria como para saber que al final del día es la montaña la que decidirá quien sube a su cumbre y quien no.
Lunes 12 de enero: Han pasado tres días de angustiosa espera por falta de condiciones climáticas propicias para el vuelo y aterrizaje antártico. He estado en “stand-by” desde las 6.30am y he recibido tres llamadas telefónicas del operador logístico informando que los vientos se mantienen demasiado fuertes para intentar un aterrizaje en Patriot Hills. No es posible pasar una noche más en mi hotel ya que están totalmente llenos, si no volamos hoy, quizá deba pasar la noche el lobby.
Finalmente! A las 7.30pm me han confirmado que los vientos han amainado, llegó la hora y mi corazón late aceleradamente. A las 9.30pm abordé el Ilyushin 76 (IL 76) para volar hacia el Continente Azul. Esta máquina voladora impresiona y luce a primera vista más pequeña de lo que es. Sus alas caídas, cuerpo compacto y robustos motores jet indican una diseño especial para despegues en pistas cortas. Parece un aparato muy estable, debe serlo pues la Antártida es uno de los lugares más difíciles del mundo para aterrizar un avión, no existen pistas construidas por el hombre, únicamente explanadas de hielo natural.
El interior del avión luce menos auspicioso, parece una gran bodega metálica, como un contenedor de carga. Los paneles metálicos no tienen recubrimientos plásticos que disimulen la infinidad cables y tuberías que cruzan la nave de tope a tope. En ella se han adaptado algunas filas de asientos medianamente confortables en su parte central, así como improvisadas máscaras de oxigeno en caso de despresurización repentina. Al fondo están apilados las mochilas y equipo de los expedicionarios y otros pertrechos y provisiones para la base Patriot Hills. Todos los suministros necesarios para hombres y máquinas deben ser transportados desde Chile, y todos los desechos traídos de vuelta desde Antártida. Cualquiera que tenga el más mínimo temor a volar, mejor que no aborde el IL 76!
10.00pm. Los motores del IL76 rugen furiosamente, el ruido es infernal. El gigantesco avión toma pista y despega con rumbo al sur. A mis costados están sentados Bruno Baschung (43) de Francia y Pedro Holst (53) de España. Todos parecemos niños mirando con ojos de asombro y curiosidad a nuestro alrededor. Nos maravillamos con cada detalle que descubrimos en esta peculiar máquina. “A esto se le ven todas las tripas” comenta Pedro. “Las máscaras de oxigeno parecen un chiste” le contesto. Nos ponemos tapones en los oídos. Pronto alcanzamos la altitud de crucero.
El vuelo es sorprendentemente estable, no se siente la más mínima turbulencia. A mitad de camino, el ingeniero de vuelo nos invita a visitar su estación de trabajo. Esta se ubica en la nariz del avión y está constituida por paneles de cristal. Se asemeja al nido frontal de ametralladoras de un B29 Superfortaleza de la Segunda Guerra Mundial. ¡Qué espectacular vista! Hay espacio para una sola persona a la vez, el ingeniero de vuelo se toma el tiempo de explicar las cartas de navegación con las que está trabajando y la utilidad de los aparatos a su alrededor. ¡Y por supuesto para tomar las fotos solicitadas por estos niños grandes!
13 de enero, 2.50am. El IL76 toca hielo antártico. El aterrizaje es suave. “Este piloto es un maestro” comentamos. El avión se desliza sobre el hielo azul, se sacude de arriba abajo y de lado a lado. La máquina rueda y rueda en una carrera que parece interminable, sus motores rugen en reversa en lo que parece un desesperado intento del piloto por desacelerar el aparato sin hacer uso de los frenos. La más ligera presión sobre el pedal de freno podría provocar que el avión derrape y empiece a girar sobre su propio eje. Al cabo de interminables minutos la máquina finalmente se detiene. El viaje desde Chile nos ha tomado poco más de 4 horas. 3.00am. Desembarcamos en el Continente Azul. La Antártida nos recibe con un sol radiante, casi parece que nos sonríe y nos invita a pasar unos días memorables en su interior. ¿Hemos llegado a otro planeta? Nada más que hielo y nieve hasta donde alcanza la vista.
La base Patriot Hills (PH)se encuentra a aproximadamente a 1 kilómetro de la pista de hielo. El personal nos recibe cordialmente y nos ofrece unos refrigerios en la instalación principal a la que apropiadamente han apodado “Patriot Hills Beach Paradise”, luego nos asignan nuestras tiendas. Las tiendas aquí instaladas son de tipo “almeja”, replicas de las que utilizó Sir Ernest Shackleton en su Expedición Antártica Británica de 1907, muy civilizadas. Yo compartiré con Pedro Holst. A las 4.30am nos retiramos a descansar. Si el tiempo continúa estable, en pocas horas abordaremos el Twin Otter (Totter) con rumbo al Campo Base (CB) del Vinson. Con esfuerzo, logro conciliar el sueño a aproximadamente las 6.00am.
Luego de aproximadamente 4 horas, empezamos a prepararnos para el vuelo hacia el CB. Es necesario estar permanentemente listo para abordar la avioneta en el momento en que las condiciones de viento y visibilidad lo permitan. El personal de la base PH nos convida un suculento desayuno. Una hora más tarde estamos a bordo del Totter, volando sobre la inmensidad de este fantástico lugar. Es un vuelo a altitud relativamente baja, no sobrepasamos los 3000m; sobrevolamos inmensos campos de hielo azul y pasamos junto o muy cerca de las cumbres de dramáticas elevaciones de la cordillera Ellsworth. El vuelo nos toma aproximadamente 55min. y aterrizamos sobre el glaciar Branscomb a 2200msnm.
En el CB nos recibe Scott Woolooms de Estados Unidos, a quien conocí durante el ascenso al Everest en mayo de 2006. Él será el líder de nuestro equipo. ¡Vaya coincidencia! Scott nos muestra las tiendas, en esta ocasión compartiré la mía con Yuri Beloyvan, un colega ruso de 1.85m de estatura que ha escalado el Cho Oyu y que no habla ni una palabra de español y muy poco de inglés. El lenguaje de la montaña es universal, no tendremos problemas para comunicarnos. Poco después todos los miembros del equipo (8 escaladores en total) nos reunimos en la tienda comedor. Somos dos polacos, dos rumanos, un ruso, un francés, un español y su servidor. Todos tenemos experiencia en los Himalayas y estamos en diferentes etapas del camino a alcanzar las Siete Cumbres. Uno de los colegas polacos, Robert Rozmus, completará el circuito con la cumbre del Vinson al igual que yo. Luego de hidratarnos y reponer energías vamos a escalar un pico cercano. Ascendemos rápidamente y sin dificultad hasta los 3200msnm. Todos estamos en muy buena forma y nos movemos eficazmente en las pendientes. Somos un equipo muy fuerte. Durante la cena discutimos el plan para los siguientes días y tomamos la decisión de intentar un ascenso rápido, si el tiempo lo permite.
Es hora de ir a dormir. No es fácil conciliar el sueño cuando el sol nunca se oculta. El reloj biológico parece funcionar más rápido y al mismo ritmo todo el día. Algunos de los colegas han empezado a sentir la altura. A pesar de que estamos a apenas 2200msnm, fisiológicamente se sienten como 3000msnm. La atmósfera es más fina en estas latitudes tan extremas. Es necesario dormir y descansar lo más posible. Mañana haremos la aproximación en skies hasta el sitio del campo bajo (Cb), situado a 9km y 700m más alto.
Reciban un afectuoso saludo desde la ciudad más austral del mundo.
Miércoles 14 de enero. Ha sido una “noche” incomoda. La temperatura dentro de la carpa descendió hasta –19 grados centígrados. Apenas hay espacio suficiente para dos escaladores y dado el tamaño de Yuri y mío, el mismo es menos que adecuado. Han pasado apenas 48 horas desde la última vez que fue posible tomar una ducha y Yuri y yo ya empezamos a “oler a santidad” como diría mi querido amigo Miguel. Paradójicamente, a pesar de estar rodeados por infinitas cantidades de hielo y nieve, el agua es aquí uno de los recursos más costosos y difíciles de obtener. A eso es necesario añadir la necesidad de observar las estrictas medidas de conservación del medio natural impuestas por los protocolos del Tratado Antártico, mismas que exigen que todo desecho sea transportado de vuelta al continente Sudamericano. Todo esto es parte de este apasionante juego.
Desayunamos a las 8:30am. Partiremos con rumbo este, glaciar arriba a la 1pm. La mañana pasa rápidamente reempacando equipo y provisiones en bultos más apropiados para ser transportados en trineo. Cada uno debe llevar, además de su equipo personal, una tienda, hornillo, combustible y comida para cinco días. Yo haré cordada con Scott y Zsombor Tulit de Rumania. Él quiere esquiar de vuelta desde la cumbre, es miembro de la patrulla de ski de su país, todo un experto. Scott prácticamente nació sobre sus skies. Yo en cambio, no he practicado más de cuatro veces en los glaciares del Cayambe y Antisana. Pero ¡arriba Ecuador, por supuesto que podemos!
1.00pm. Hora de calzar los skies. Subiremos por el Glaciar Branscomb bajo la cara oeste de la montaña. El día esta soleado y con viento moderado. Avanzamos a buen paso y a los tres kilómetros hacemos una pausa para hidratarnos. Hasta aquí me he manejado con solvencia en los skies. Ahora giramos hacia el norte para continuar cuesta arriba otros 6km hasta el sitio donde montaremos el campo bajo (Cb). En ese trayecto el ski izquierdo se separa de mi bota en tres ocasiones. Que lata. Sin embargo no es un problema pues puedo recalibrarlo sin inconvenientes para proseguir marcha casi de inmediato. Esta es mi primera travesía alpina en skies de distancia considerable, nunca antes había podido probar la efectividad del conjunto skies – botas. Siento que las botas no están suficientemente ceñidas a mis pies. Pero las molestias se justifican. Pasamos con seguridad sobre varias grietas de considerable tamaño. Cubrimos los 9km en apenas 4 horas y media, incluidas dos paradas de 15 minutos para rehidratación. Tomando en cuenta que llevamos pesadas mochilas a nuestras espaldas y que adicionalmente arrastramos trineos con carga adicional, ¡hemos hecho un excelente tiempo!
El sitio de Cb está rodeado por paredes montañosas en sus lados norte, este y oeste. Es un valle relativamente pequeño, bien protegido y situado a 3000msnm. Son las 6.00pm y empezamos a organizar el campamento. Da la impresión de ser medio día. La verdad es que la hora del día aquí no significa mucho. Cada par de escaladores debe contribuir en la construcción de un muro de bloques de hielo al rededor del sitio para protegernos en caso de vientos fuertes y a montar su propia tienda. Entre tanto, Scott y su apoyo levantarán la carpa comedor y prepararán la cena. Siento fuego los talones y las plantas de mis pies, esto no es buena señal.
A las 8.00pm nos juntamos todos para comer. En el ambiente flota un aire de gran camaradería. La colaboración y el trabajo en equipo han surgido naturalmente. La montaña crea nexos muy fuertes, muy rápido. Intercambiamos historias de expediciones pasadas y hacemos bromas. Disfrutamos un suculento spaguetti con salsa de carne y brownies para el postre. Discutimos el plan para mañana. Algunos de los miembros del equipo necesitan tiempo para aclimatarse. Las opciones para mañana son descansar, explorar el extremo norte del valle o ascender la colina al costado este del campo. Me encantaría escalar la colina, las vistas desde allá arriba deben ser fuera de este mundo. Ya en la tienda, reviso mis pies. Esto no se ve bien.
Jueves 15 de enero. La localización del sitio del Cb, rodeado de montañas en tres lados, hace que el sol se pierda detrás de ellas entre las 3.30am y las 11.30am. Entre esas horas la temperatura se desploma hasta –20 grados centígrados al abrigo de la carpa. Anoche, hasta las 3.30am la temperatura dentro de la tienda no bajó de –8 grados. Durante la “noche” he podido atender las molestias de mis pies. Tengo ampollas gigantes en mis talones y plantas. Las primeras están reventadas y me causan un dolor intenso. He aplicado antiséptico y polvo secante y cicatrizante. Las cubriré con apósitos respirables que hacen las veces de piel artificial para evitar el contacto directo de la piel viva con el calcetín. El resto del ascenso será doloroso, pero con los debidos cuidados, mis heridas no serán un problema insalvable. Sin embargo, hoy no podré ascender a la colina al oeste del Cb, lo mejor es darles tiempo a mis pies para recuperarse.
Emergemos de las tiendas al medio día y nos juntamos a la 1pm en la carpa comedor para desayunar. No soy el único con problemas de ampollas. Scott irá con su ayudante Daren a escalar la colina y David Neacsu de Rumania y los polacos Robert y Marian irán a explorar el extremo norte del valle. Marian es un personaje singular, luce frío como el hielo, no sabe una palabra de inglés y no hace ningún intento por intentar comunicarse. El resto de nosotros permaneceremos en el Cb. Bruno, Pedro, Yuri y Zsombor están sintiendo la altura y les hará bien tener un día relajado para mejorar su aclimatación. Aprovechamos para tomar fotografías, organizar bien el equipo que subiremos al campo alto (CA) y simplemente, para disfrutar el panorama.
Viernes 16 de enero. El tiempo sigue colaborando, en el cielo hay escasas nubes y la velocidad del viento es baja. Es un buen día para subir al sitio del CA. Preparamos nuestras mochilas con equipo y provisiones para cinco días. El tiempo podría cambiar repentinamente allá arriba y podríamos quedar atrapados varios días en una tormenta de nieve. Cada un de nosotros transportará aproximadamente 20kg a la espalda, en esta sección de la ruta usar los trineos es un despropósito.
Salimos a la 1pm con rumbo norte nordeste hacia fondo del valle donde el Glaciar Branscomb se une con la amplia arista del mismo nombre y que es la vía de acceso a las alturas del Monte Vinson. Hemos conformado 4 cordadas: la polaca (Robert y Marian), la rumana (Zsombor y David), la europea occidental (Pedro y Bruno) y la internacional (Yuri, Scott y yo). Una distancia de aproximadamente 2.5km separa el sitio del Cb del pie de la arista y cubrimos la distancia en 45 minutos. Desde la base, la rampa Branscomb intimida. Se prolonga hacia arriba hasta confundirse con el cielo infinito con una pendiente continua que aproximadamente 45 grados. Son unos 600 metros lineales en terreno mixto de nieve y hielo azul con algunas pequeñas secciones rocosas. Los crampones serán puestos a severa prueba, no hay duda, para no mencionar la capacidad pulmonar y la técnica de cada uno de nosotros.
Iniciamos el ascenso y progresamos con solvencia hasta completar aproximadamente un tercio de la ruta. Sin embargo, es en este tipo de trayecto en el que uno se cuestiona a veces la razón de hacer cosas como esta. Cada paso hacia arriba, sometidos a la agobiante y asfixiante tiranía de la mochila y con el riesgo latente de resbalar y rodar decenas de metros, es una dura prueba a la resistencia y fuerza de voluntad de cada uno de nosotros. El esfuerzo le ha pasado factura a Pedro y ha empezado a sentir agudas punzadas en el pecho. Él se detiene. Los miembros del equipo lo animamos a seguir, evaluando permanentemente su condición y reduciendo el paso. Esas punzadas podrían ser un incipiente síntoma de edema pulmonar. Pedro debe poner en un lado de la balanza el ingente costo monetario que supone esta expedición y la ambición de lograr una de las Siete Cumbres y en el otro la prudencia para preservar la propia integridad física y las posibilidades de cumbre para el resto de los miembros del equipo. Pedro decide dar media vuelta; Llegar hasta aquí para dar media vuelta… Se requiere mucha madurez y generosidad para tomar esta decisión. Pedro regresa al Cb y lleva consigo un radio transmisor con el que podrá mantener el contacto con nosotros.
Han transcurrido seis largas horas desde que dejamos el Cb y hemos ganado 1100 metros de desnivel vertical. Finalmente llegamos al sitio del CA hacia las 7.00pm. En menos de una hora las tiendas están montadas y preparadas para albergarnos. Durante la cena hacemos contacto por radio con Pedro. Sus dolencias han amainado pero ha decidido descender hasta el CB esa misma tarde. Ahora se encuentra seguro y bien atendido. Es un alivio para todo el equipo.
Luego evaluamos el plan para mañana. El tiempo ha empezado a deteriorarse. El cielo está parcialmente nublado y la velocidad del viento se ha incrementado. El pronóstico del tiempo que Scott recibe por radio indica que habrá un deterioro progresivo en los dos próximos días. Mañana se esperan vientos moderados, cielos parcialmente nublados y eventual precipitación de nieve. El día subsiguiente la velocidad del viento se incrementará sustancialmente. Cuando el viento sopla con mayor fuerza, el factor de enfriamiento se incrementa exponencialmente, potenciando el riesgo de congelaciones.
Algunos de los miembros del equipo preferirían pasar el día de mañana en el CA para optimizar su aclimatación. Las saturaciones de oxigeno de la mayoría de nosotros están altas, sin embargo no es así para todos, tenemos una lectura de apenas 67%, por debajo de niveles mínimos de seguridad. Sin embargo, no hay síntomas de mal agudo de montaña (MAM) en ninguno de los miembros del equipo. Decidimos intentar el asalto a la cumbre el día de mañana en un afán de evitar quedar atrapados en medio de una tormenta que podría desatarse aquí arriba en las próximas horas. Saldremos a primera hora hacia nuestro objetivo pero daremos la media vuelta si alguno de los miembros presenta síntomas de MAM o si el tiempo se complica demasiado. Tenemos provisiones para cinco días y podremos intentarlo nuevamente si es necesario.
Sábado 17 de enero: Las horas de descanso no han sido suficientes para recuperarnos completamente del esfuerzo de ascender hasta el campo alto. A Yuri y a mi nos cuesta mucho dejar los sacos de dormir. Pero el deber nos llama, y las 7am empezamos a prepararnos. Yuri ha salido un momento de la tienda. Cuidadosamente reviso cada una de las piezas de equipo e indumentaria que utilizaré el día de hoy. Ningún detalle puede descuidarse, pues este día marcará el hito culminante del proyecto que he ejecutado con tanta pasión y dedicación desde hace casi una década. Ropa térmica, varios pares de guantes y mitones, balaclava, gafas y visor anti tormenta, arnés, piolet, mosquetones, botas, crampones, comida de marcha, protector solar y botiquín, todo ha sido revisado dos veces. Mis cámaras fotográfica y de video, con sus baterías extra y accesorios, están listas para documentar lo mejor posible las acciones de este grandioso día.
Dan las 7:30am. Yuri regresa a la tienda. Tenemos media hora antes de reunirnos con los otros miembros para desayunar. Nos ponemos a ver las fotos que cada uno ha tomado en este viaje. Sus fotos son muy buenas. Me habla orgulloso de una exposición fotográfica que organizó en su Rusia adoptiva. Él nació en Ucrania y desde hace casi quince años vive en Moscú. Me muestra fotografías de su familia. Él tiene una bebé de apenas unos meses, y un pequeño hijo de tres años de edad; Puedo ver en los ojos de este grandulón el incondicional amor e inmensa ternura que siente hacia su pequeño. Saca de entre sus cosas un cuaderno de apuntes; Me dice que está haciendo un libro ilustrado sobre la expedición para sus pequeños hijos. Me impresiona la calidad de sus ilustraciones, no cabe duda, Yuri es un artista. Jamás lo hubiera imaginado. Me cuenta su historia y cómo llegó a ser millonario, habiendo empezado un modesto negocio hace diez años luego de perder su trabajo a causa de la crisis económica que azotó Rusia en 1999. Escala montañas desde hace algunos años y ha estado en la cumbre del Cho Oyu, uno de los catorce ocho miles. A las 8:00am es hora de calzar las botas e ir a desayunar.
El día está nublado pero se puede apreciar la silueta del monte Shinn hacia el norte del campamento. Todos los miembros del equipo nos reunimos en la tienda comedor. Estamos expectantes por lo que nos traerá el día y hacemos bromas mientras disfrutamos de una suculenta avena instantánea. En general, estamos muy entusiastas, sin embargo Zsombor tiene un ligero dolor de cabeza. A pesar de la molestia, su saturación de oxígeno ha mejorado durante la noche. Él siente que podrá llegar a la cumbre y bajar. Para incrementar sus posibilidades, él se adelantará media hora e irá a su propio ritmo. Zsombor es el más jovial y optimista del grupo, pequeño y robusto, con su frondoso y clásico bigote, su excelente buen humor y agradable conversación, es sin duda el alma del equipo.
A las 9:00am las cordadas empiezan a recorrer los 14 kilómetros que nos separan de la cima. Será un ascenso muy gradual sobre el Glaciar Somital del Vinson y ganaremos 900 metros de desnivel vertical. Scott, Yuri y yo salimos últimos, a las 9:30am. El sol se muestra tímidamente entre las nubes y el viento es casi una brisa. Las primeras horas de la travesía sobre el glaciar transcurren sin incidentes. Todas las cordadas avanzan a buen ritmo. Al internarnos en el glaciar el tiempo empieza a empeorar y la temperatura desciende hasta -30 grados centígrados. El viento arrecia y alcanza una velocidad de 12 nudos. Scott empieza a preocuparse. A mitad de camino hacemos una segunda parada para hidratarnos y reponer carbohidratos. Zsombor está sufriendo, tiene dolor de cabeza y su ritmo es lento, sin embargo puede seguir adelante; Si se mantiene bien hidratado, podrá llegar a la cumbre. ¡Este rumano es muy fuerte y muy motivado!.
A medida que avanzamos el tiempo empeora más y más. Ha empezado a nevar y nuestra ropa está cubierta de escarcha. A tres cuartos de la ruta hacemos la última parada de descanso. Estamos al pie de la arista que da acceso a la cumbre. Hasta este momento hemos recorrido un glaciar protegido en tres flancos por paredes de roca y hielo. Sin embargo en la siguiente fase del ascenso estaremos totalmente expuestos al embate del viento y los elementos. De aquí en adelante no podremos tener ni la más pequeña parte corporal al descubierto ya que de lo contrario el viento helado la congelará. Todos revisamos nuestros trajes de pluma, balaclavas y visores anti tormenta. La velocidad del viento se ha incrementado considerablemente. David, el otro colega rumano, descubre un problema con los cierres laterales de sus pantalones. Ellos han cedido y es imposible arreglarlos.
David se pone muy inquieto. Se descontrola y lucha desesperadamente tratando de hacer que los cierres de sus pantalones vuelvan a accionar. No lo logra. Scott se acerca para echar un vistazo y encuentra una manera de solucionar el problema, sin embargo David está muy agitado. Scott asegura las correas del arnés de David alrededor de la parte superior de las piernas de su traje, mientras yo le hablo para relajarlo. “Relájate David, todo estará bien. Fijaremos cinta Duck alrededor de las piernas de tu pantalón y ya veras que no entra ni un átomo de aire frío”. -“Ok, ok, Patricio”, me responde. Resuelto el problema, viramos a la derecha casi 180 grados, fijamos rumbo norte noreste e iniciamos el ascenso por la arista.
Sin la protección de las laderas de la montaña, estamos totalmente a merced del viento. Ráfagas feroces se arremolinan, envolviéndonos por completo y cubriéndonos con polvo de nieve. La sensación de frío se incrementa hasta el punto de entumecer mis músculos faciales; Verifico la correcta colocación de mi balaclava y máscara anti-tormenta; todo parece estar en orden, aun así el frío intenso penetra el material Polartec de mi balaclava hasta el punto de hacer rechinar mis dientes. A pesar del intenso frío, ganamos altura rápidamente. Estamos a menos de una hora de la cumbre. La arista nos lleva hasta la base de la formación rocosa que da acceso a la fase final de la ascensión: la travesía sobre la cresta de la montaña hasta su punto más alto. Nos toma aproximadamente 30 minutos llegar hasta ahí. Todos estamos muy fríos y las formaciones rocosas nos protegerán del viento mientras nos re-hidratamos con té caliente. Es una parada muy corta, apenas cinco minutos, pero necesaria para que todos podamos coordinar esta última fase. Estamos a menos de media hora de nuestro objetivo, pero lo que viene es la sección más expuesta de toda la travesía.
Iniciamos la fase final del ascenso, una sección muy empinada en terreno mixto. Es necesario escalar un pequeño crestón de roca en cuyo costado derecho se encuentra un inmenso precipicio. Scott va adelante, yo lo sigo de cerca y Yuri cierra nuestra cordada. La maniobra en el crestón requiere de equilibrio y concentración. El cielo está cubierto pero sin embargo las ráfagas de viento despejan intermitentemente las nubes bajas y dejan ver espectaculares vistas del glaciar y la arista que hemos ascendido para llegar hasta aquí. La inmensidad de esta montaña se pone de manifiesto, podrá no ser la más alta pero es una de las más extensas, sin duda le hace honor a su nombre.
Al llegar a la parte más alta de la roca se revela ante mí la verdadera magnitud de la cresta del Macizo Vinson. Ella se extiende por varios cientos de metros en dirección Sur-Norte, como una ondulante cuchilla de sierra. Es difícil decir dónde está su punto más alto. Su cumbre no se parece a ninguna otra que yo haya visto. Scott me indica un punto a aproximadamente 400 metros de distancia, en él la cresta se desvía ligeramente hacia el oeste y parece descender. ¡Esa debe ser la cumbre! De pronto siento un tirón en la cuerda. Es Yuri que ha sacado la bandera con el logotipo de su restaurante y me está pidiendo que le tome una fotografía. Él está semiarrodillado; Se reincorpora y empieza a caminar hacia mí. Se tambalea un poco y saca su cámara de video, está visiblemente emocionado. Él piensa que hemos llagado a la cumbre. Las nubes bajas nos envuelven nuevamente. Scott está nervioso y nos pide que nos pongamos en marcha de inmediato. Yuri no entiende, él quiere que lo filme con su bandera. Me acerco y le explico que aun no hemos llegado. Aun debemos hacer esta peligrosa travesía de 400 metros a lo largo de esta delgada cuchilla. Finalmente reacciona y guarda la cámara y su bandera. Nos ponemos nuevamente en marcha. El nombre del juego ahora es “equilibrio”.
Por momentos esta travesía me recuerda a aquella que hice a finales del mayo 2006 a 8750 metros de altitud; La cresta es muy expuesta, es como caminar al borde de un balcón en el último piso de un rascacielos. Las intermitentes ráfagas de viento nos sacuden y activan descargas de adrenalina. Todos mis sentidos se agudizan y me mantienen alerta y concentrado. Ya falta poco. Unos metros más. ¡Ya está! ¡Estoy parado al borde del balcón más alto del Continente Azul! Este es el momento culminante de nueve años de esfuerzo, optimismo, dedicación, alegrías, frustraciones y penurias. Muchos recuerdos pasan por mi mente en un instante. ¡Lo he logrado, la Séptima Cumbre! Pienso para mí. Me siento profundamente feliz. Yuri llega poco después y nos felicitamos mutuamente. Las sonrisas no nos caben en la cara.
Sin embargo, no podemos quedarnos mucho tiempo a disfrutar del momento. El cielo está totalmente cubierto y el viento sopla a más de 20 nudos. Scott piensa que una fuerte tormenta puede estar en camino. Se siente mucho frío, deben ser unos 50 grados bajo cero. Son las 3:55pm. Documentamos gráficamente nuestro logro, tomamos las fotos de rigor y hacemos unas tomas de video. Todo ese esfuerzo, dinero y tiempo se cristaliza en menos de 10 minutos en el techo de la Antártida. No intentaré explicar lo inexplicable. Solo diré que cada segundo, centavo y gota de sudor han valido la pena.
El resto de nuestros compañeros van llegando de a poco mientras nosotros tres iniciamos el descenso. Acordamos reagruparnos 400 metros verticales más abajo, al pie de la arista, pues ahí estaremos al abrigo del helado viento. Realizamos el descenso a buen paso y con mucha solvencia. La sensación de frío se reduce rápidamente tan pronto llegamos al Glaciar Somital. Nos quitamos las mochilas y nos sentamos sobre la nieve para tomar un merecido descanso. Estamos a 14 kilómetros del campamento alto, es una considerable distancia y deberemos cubrirla con relativa rapidez. Un poco de chocolate, té caliente y estamos listos para proseguir. Nuestros compañeros han tardado en llegar y quieren unos minutos adicionales de descanso. Aprovechamos el tiempo para tomar más fotografías de todos nosotros. Probablemente esta será la primera y única vez en nuestras vidas que visitaremos esta montaña. Una vez reagrupados y re hidratados proseguimos ruta de vuelta a nuestros refugios de nylon. A medida que descendemos la temperatura se eleva sensiblemente. De cuando en vez el sol nos deja sentir sus mágicos rayos pero en general el tiempo permanece cubierto hasta que retornamos al campamento. Scott, Yuri y yo somos los primeros en llegar a aproximadamente las 7:10pm. En los siguientes 20 minutos todos nuestros compañeros están de vuelta. La nieve ha empezado a caer y el cielo ha terminado de encapotarse. Pero ya no nos preocupa tanto, hemos cumplido nuestro propósito y todos hemos regresado a la seguridad de nuestras carpas.
Han sido dos agotadoras jornadas y el cansancio hace que todos durmamos profundamente hasta la mañana siguiente. Abro los ojos a las 8:00am y con mucho esfuerzo logro extraerme de mi saco de dormir. En media hora empezaremos a desmontar las tiendas para iniciar el descenso hasta el campo base. La mañana está despejada pero se pueden ver algunas nubes densas acercándose desde el norte. Mis ampollas reventadas no tardan en recordarme que están ahí. Tengo dos heridas abiertas bastante profundas en los talones y una tercera en la planta de mi pie derecho, y ahora que el efecto de la adrenalina ha pasado el dolor me pasa factura. Aplico primeros auxilios lo mejor que puedo y protejo las heridas con apósitos especialmente diseñados para ese propósito. Aun así, me preparo mentalmente para la tortura que será cubrir los 12 kilómetros que nos separan del campo base.
Al salir de la carpa veo a Marian, el polaco silencioso. Está listo para ayudarnos a desmontar nuestra carpa y sonríe como no lo había hecho en toda la expedición hasta ese momento. Todos los demás colegas trabajan arduamente para desmontar el campamento. Todo el material está empacado y listo para transportarse cuesta a bajo en muy poco tiempo. Una barra de cereal y té caliente será todo nuestro desayuno. Queremos estar en la rampa cuanto antes. Iniciamos el descenso a las 9:00am, y cubrimos la distancia hasta la salida de la rampa en menos de 15 minutos. El sol aún no ha salido de detrás de las montañas y el viento sopla con alguna fuerza, es un mañana muy fresca. Nos encordamos y verificamos el material técnico para el descenso por la empinada rampa. Bajamos rápidamente y sin ningún contratiempo; En menos de una hora estamos en el valle, a menos de dos kilómetros del campo bajo. 20 minutos más y estamos empacando todo el equipo en los trineos. Somos una eficiente máquina expedicionaria, trabajamos coordinadamente y con energía. Pronto estamos en camino hacia el campo base. Llevar los trineos cargados cuesta abajo es el último reto que debemos solventar. Estos elementos tienden a tener voluntad propia en pendientes cuesta abajo. Se acercan rápidamente por detrás haciéndonos perder el equilibrio en más de una ocasión. A pesar de los pequeños contratiempos llegamos al campo base antes de la 1:00pm. Al poco rato, el almuerzo está listo y disfrutamos de una estupenda comida caliente acompañada de risas, buen ánimo y bebidas apropiadas para celebrar nuestro éxito.
Durante la tarde, el cielo se ha despejado totalmente. Las condiciones climatológicas son muy propicias para que el Twin Ottrer aterrice en la improvisada pista de nieve junto al campamento. A las 8:00pm, el pequeño avión toca tierra. En menos de una hora volamos con rumbo sur hacia Patriot Hills. Hacia las 10:00pm estamos nuevamente en la base. Han sido unos días intensos. A Patriot Hills han llegado varias expediciones de diferentes lugares de la Antártida. La que más llama mi atención es la que celebra el centenario de la Expedición Antártica Británica de 1907-1909 que fue liderada por Sir Ernest Shackleton. He sido afortunado de poder conocer a los descendientes directos de los cuatro heroicos exploradores británicos que descubrieron el paso hacia el Polo Sur hace cien años y que se vieron forzados a dar media vuelta a escasas 96 millas de su objetivo para evitar morir por inanición. Su proeza resuena aun hoy y ha sido reconocida por los famosos exploradores del Continente Azul, incluyendo a Roald Amundsen, el noruego que lideró al primer equipo que llegó al Polo Sur el 14 de diciembre de 1911. No puedo pensar en una más feliz coincidencia para Expedición 2009 Ecuador a la Antártida.
De esta manera el Proyecto Siete Cumbres Ecuador Sin Limites llega a su exitoso final. Una visión clara se ha transformado en una palpable realidad, gracias al optimismo y perseverancia de quien la ha liderado. Patricio Crausaz expresa su más profunda y sincera gratitud a todas aquellas personas y empresas que generosamente han apoyado el esfuerzo realizado a lo largo de los últimos nueve años. ¡Siempre arriba Ecuador!