Expedición 2006 Ecuador al Everest - Parte II
Comienza el ascenso
Por: Patricio Crausaz
El día 14 de mayo realizamos el trayecto entre el CB y el CBA por ultima vez. La aclimatación y el descanso en Shegar habían cumplido su propósito; Paulina y yo ascendimos el trayecto de 25 kilómetros sin experimentar ningún síntoma de mal de montaña y en un tiempo inferior a 8 horas; Esta vez no fue necesario recurrir a la generosidad de Alex y su esposa en el campo intermedio. Todos los elementos parecían colaborar, el tiempo era soleado y la temperatura moderada. Colegas de otras expediciones y otras nacionalidades realizaban la misma ruta mientras otros bajaban ya, luego de haber hecho sus intentos de cumbre. Los coreanos habían logrado la cumbre el 13 de mayo, siendo el primer equipo en hacerlo este año. Uno de ellos nos cruzo a la altura del campo intermedio y una sana envidia nos invadió al verlo sonreír orgulloso haciendo flamear su bandera nacional a un costado de su mochila. Poco después nos cruzamos con una miembro de la expedición turca. Ella no estaba sonriente, su semblante mas bien denotaba desilusión. Luego supimos que en su intento de cumbre había sufrido un colapso al pie del Segundo Paso a 8630msnm, lo que había obligado a cuatro miembros de su equipo a abandonar el intento de cumbre para acompañarla de vuelta al CBA.
Julio y Devendra nos dieron alcance poco antes de llegar al CBA. Los cuatro llegamos casi al anochecer y encontramos a Pasang Dawa que nos esperaba en la carpa comedor. Mientras Devendra preparaba la cena, Pasang nos reportaba lo que había hecho en los días que se había quedado a cargo del campamento y del montaje del campamento 3 para Paulina. Él había diseñado un plan para realizar su tarea de acompañar a Paulina hasta la cumbre, por el cual se apoyaría también en algunos de sus amigos Sherpas que estaban trabajando para otras expediciones. Nos explico que había acordado con ellos apoyo logístico adicional, el y Paulina podrían usar las carpas de esas expediciones en los C1, C2 y C3 en caso de así necesitarlo. Nos informo también que había transportado las botellas de oxigeno para Paulina hasta el C2 y C3, ya que pensaba que Paulina requeriría de oxigeno suplementario desde los 7500msnm; También había conseguido dos botellas adicionales de oxigeno para ella. Sin embargo, Pasang no había porteado alimentos ni gas, ya que no había podido encontrar el deposito que nosotros habíamos dejado en el C1. Si bien este ultimo hecho fue preocupante para nosotros, podríamos resolver el problema ya que subiríamos juntos nuevamente hasta el C1, donde recogeríamos las provisiones necesarias. Pasang Dawa tendría como tarea principal asistir y guiar a Paulina durante todo el ascenso.
Poco antes de la hora de la cena escuchamos a alguien acercarse a nuestra tienda comedor. Era Edison que había cambiado de parecer y había subido hasta el CBA en compañía de Lakpa. Su plan era ahora pasar la noche a 6400m y reevaluar su condición física y anímica a la mañana siguiente, cuando tomaría su decisión final con respecto a su propio intento de cumbre. Los miembros del equipo habíamos decidido salir con rumbo al C1 el día 16, pasado el medio día. Luego de cenar la sencilla, pero cargada en carbohidratos, comida que nos había preparado Devendra, todos nos dirigimos a nuestras carpas individuales para descansar. Había llegado la hora.
El 15 de mayo amaneció soleado y sin viento, condiciones ideales para iniciar el ataque a la cumbre. Todos nos levantamos pasadas las 8 de la mañana, habíamos tenido una buena noche de descanso. Nos reunimos en la carpa comedor para desayunar, Devendra nos había preparado huevos fritos, avena y chai. Mientras nos alimentábamos e hidratábamos, Edison nos confirmo que realizaría el intento de cumbre con el resto de nosotros. Todos iniciaríamos el ascenso de la Cascada Norte luego de almorzar y pasaríamos la noche en el C1.
Como lo habíamos planeado, Paulina y su sherpa se adelantaron, Edison y Julio los siguieron y yo fui atrás cerrando la fila. Paso poco tiempo antes que nuestros compañeros más experimentados tomaran la delantera. Llegaron primeros al pie de la gigantesca pared de hielo, donde nos volvimos a reunir para el primer descanso y rehidratación. Terminado el descanso, nuevamente Edison y Julio tomaron la delantera y ascendieron muy rápidamente los quinientos metros verticales que separan el pie de la Cascada Norte del Collado Norte, sitio del C1 a 7050m. Por mi parte, mantuve mi ritmo habitual, tenia toda la tarde para llegar al objetivo fijado para ese día. Subía sin apresurarme y parando cada hora para rehidratarme y reponer carbohidratos. Paulina venia detrás con Pasang, a su propio ritmo.
Las cuatro horas y media que tomo cubrir el trayecto hasta el C1 transcurrieron lentamente. La tarde empezó a cubrirse y hacia las 6pm el viento soplo. En los últimos metros de la ascensión, una pareja de austriacos en sus cincuentas me dieron alcance, quede impresionado por la gracia y aparente facilidad con la que se desplazaban en las pendientes nevadas. No pude evitar hablarles para decirles que admiraba su estilo de escalada. Me contaron que esta era su octava visita al monte Everest, sentían fascinación por la gran montaña. Pensaba para mí que en diez años en el futuro me gustaría tener la fortaleza física y el carácter que estos dos nuevos amigos mantenían.
Hacia las 6.30pm llegaba a nuestra carpa. Encontré a Julio y Edison cómodamente instalados en sus sacos de dormir. Aun no habían empezado las tareas de campamento, instalar los quemadores de gas, recoger nieve para fundir, preparar algo para comer. Luego de quitarme los crampones y las botas, entre a la tienda y empecé a organizar la cena. Al poco rato Edison se unió al esfuerzo y en poco tiempo tuvimos listos una deliciosa sopa de pollo con fideo y espaguetis en salsa de hierbas. La comida de sobre de pronto nos pareció tan apetitosa después de días y días de comer dalh bat. Complementamos con una longaniza de pavo para obtener las proteínas necesarias para mantenernos fuertes. Paso algún tiempo antes que Paulina y Pasang llegaran al Collado. Había ya anochecido para cuando pudieron instalarse en la tienda.
La noche fue la larga. La plataforma de nieve donde habíamos instalado el C1 se había desnivelado por efecto del calor del sol. Era como intentar dormir sobre una hamaca dura y fría. Debíamos reacomodarnos constantemente para que nuestras espaladas no sufrieran demasiado. Sin embargo debíamos intentar descansar tanto como pudiéramos. A la mañana siguiente Edison y yo nos repartimos el trabajo de fundir suficiente nieve para preparar un buen desayuno y rellenar nuestros termos y botellas de agua. Edison no se sentía bien. Estaba nervioso y dubitativo. Nos comento que estaba lejos de su cien por cien y definitivamente abandonaría en ese momento su intento de cumbre. Luego de tomar un poco de té, recogió sus cosas y enfilo hacia el CBA. Julio permaneció un buen rato mas dentro de su saco de dormir.
Pasadas los 9:00 am, Julio y yo estábamos listos para iniciar la marcha hacia el C2. Paulina y Pasang se preparaban también, aunque a este ultimo le tomo tiempo encontrar uno de sus crampones. Cuando estuvo listo, avanzamos juntos hasta el lugar donde teníamos nuestro deposito de provisiones y material. Pasang se negó a tomar las provisiones afirmando que no seria necesario portear mas cosas al C2 pues sus amigos sherpas compartirían carpas y comida con el y Paulina. Como montañistas sabíamos mucho acerca de la solidaridad, así que no tuvimos razón para pensar en nada negativo en ese momento.
Iniciamos así nuestra marcha al C2. Con Julio habíamos acordado llevar una pequeña y ligera tienda para dos personas y así darnos más flexibilidad durante el ataque. Él y yo tomamos la delantera, ascendiendo a buen paso la arista norte de la Chomolugma. Pronto dimos alcance a los miembros de la expedición Everest Peace Project. Esta expedición estaba compuesta por un representante de cada una de las más importantes religiones del mundo y su líder era Jamie McGuiness. Ninguno de los miembros era un montañista profesional, a excepción de Jamie, y algunos de ellos nunca habían usado crampones. No nos costo mucho esfuerzo sobrepasarlos. Al cabo de una hora era tiempo de tomar mi primer descaso de rehidratación.
Mientras disfrutaba de la espectacular vista hacia el glaciar Ronbuk y de mi bebida hidratante, Jamie llegó al sitio donde yo estaba sentado y se sentó también a tomar su primer descanso. Inmediatamente entablamos conversación, empezando por el habitual “Hello, where are you from”. Jamie era de Nueva Zelanda, lugar que había dejado hacía más de 10 años. El clásico aventurero, él había llegado a Nepal hace 8, atraído por los magníficos y misteriosos montes himalayas. Su primer trabajo había sido como porteador en una expedición americana al Everest, y desde entonces había participado en 12 expediciones a los gigantes de más de ocho mil metros. Ahora tenía su propia compañía de expediciones guiadas. Jamie y yo nos hicimos amigos de inmediato. Julio se había adelantado un poco entre tanto. Al continuar ascendiendo me ubique a unos 20 metros detrás de Julio, justo a tiempo para poder detener la caída de la pequeña tienda; Por alguna razón esta se había desprendido de la mochila de mi compañero y rodaba cuesta abajo en dirección al vacío. Casi por instinto me estiré cual arquero mundialista y la atrapé con mis manos. ¡Vaya descarga de adrenalina! Con esa espectacular atajada había salvado el día.
Al cabo de cuatro horas Julio y yo llegamos a los 7500m, lugar donde días atrás yo había plantado nuestro campamento. Sin embargo ahora no podía ver por ninguna parte nuestro refugio de nylon. ¿Acaso el viento se lo había llevado? ¿Acaso alguien se lo había llevado? Buscamos por un largo rato y no pudimos encontrar nuestra carpa. Le comentamos el problema a nuestro nuevo amigo Jamie y nos dijo que lo más probable era que alguien hubiera desmontado la carpa para ocupar la plataforma y que estuviera enterrada bajo la nieve en algún lugar cercano al sitio. Volvimos a buscar por alguna señal de nuestra carpa y en efecto, la encontramos desmontada y enterrada. Volver a armarla nos tomaría mucho tiempo y esfuerzo. Julio y yo decidimos dejarla donde estaba y aprovechar el buen tiempo para subir un poco más. En el momento en que enfilábamos hacia arriba, vimos llegar a Pasang, habíamos pasado al menos tres cuartos de hora a 7500m. Al preguntarle por Paulina nos contestó que ella venia subiendo muy lentamente pero que estaba bien y que pronto llegaría. Mientras tanto, él prepararía una tienda y algo de comer para ella.
Julio y yo continuamos subiendo hasta el final de la tarde. Alcanzamos los 7750m y buscamos un buen lugar para montar la pequeña tienda que traíamos desde el C1. En poco tiempo estábamos descansando y al abrigo de los elementos. Era el momento de iniciar las tareas de campo, fundir nieve, preparar té y alimento caliente. Era el momento de echar mano de la comida deshidratada que solo necesita agua caliente para reconstituirse en un plato completo. Escogí pechugas de pollo al grill con puré de papas y vegetales. Es increíble lo que la tecnología espacial puede hacer. Cuando estuvo preparada la cena quise compartirla con Julio, mas sin embargo, mi compañero no pudo pasar bocado, el mal de montaña había hecho presa de él. Y estaba afectado a un punto tal que ni siquiera puedo beber líquidos. Siendo Julio el más experimentado de nosotros en alta montaña, pensaba que su organismo se adaptaría durante la noche y que estaría en condiciones de seguir hacia el C3 a la mañana siguiente. Nos preparamos para dormir. Con el propósito de reducir el peso al mínimo, yo había decidido dejar mi saco de dormir y mi colchón inflable en el C1. Julio en cambio había subido hasta acá esos dos elementos. Mi idea era ponerme el traje de pluma y cubrirme con una manta térmica de aluminio. Así lo hice, y aunque no sentí mucho frío, envidiaba sanamente la relativa comodidad en la que mi compañero pasaría la noche.
Por: Patricio Crausaz
El día 14 de mayo realizamos el trayecto entre el CB y el CBA por ultima vez. La aclimatación y el descanso en Shegar habían cumplido su propósito; Paulina y yo ascendimos el trayecto de 25 kilómetros sin experimentar ningún síntoma de mal de montaña y en un tiempo inferior a 8 horas; Esta vez no fue necesario recurrir a la generosidad de Alex y su esposa en el campo intermedio. Todos los elementos parecían colaborar, el tiempo era soleado y la temperatura moderada. Colegas de otras expediciones y otras nacionalidades realizaban la misma ruta mientras otros bajaban ya, luego de haber hecho sus intentos de cumbre. Los coreanos habían logrado la cumbre el 13 de mayo, siendo el primer equipo en hacerlo este año. Uno de ellos nos cruzo a la altura del campo intermedio y una sana envidia nos invadió al verlo sonreír orgulloso haciendo flamear su bandera nacional a un costado de su mochila. Poco después nos cruzamos con una miembro de la expedición turca. Ella no estaba sonriente, su semblante mas bien denotaba desilusión. Luego supimos que en su intento de cumbre había sufrido un colapso al pie del Segundo Paso a 8630msnm, lo que había obligado a cuatro miembros de su equipo a abandonar el intento de cumbre para acompañarla de vuelta al CBA.
Julio y Devendra nos dieron alcance poco antes de llegar al CBA. Los cuatro llegamos casi al anochecer y encontramos a Pasang Dawa que nos esperaba en la carpa comedor. Mientras Devendra preparaba la cena, Pasang nos reportaba lo que había hecho en los días que se había quedado a cargo del campamento y del montaje del campamento 3 para Paulina. Él había diseñado un plan para realizar su tarea de acompañar a Paulina hasta la cumbre, por el cual se apoyaría también en algunos de sus amigos Sherpas que estaban trabajando para otras expediciones. Nos explico que había acordado con ellos apoyo logístico adicional, el y Paulina podrían usar las carpas de esas expediciones en los C1, C2 y C3 en caso de así necesitarlo. Nos informo también que había transportado las botellas de oxigeno para Paulina hasta el C2 y C3, ya que pensaba que Paulina requeriría de oxigeno suplementario desde los 7500msnm; También había conseguido dos botellas adicionales de oxigeno para ella. Sin embargo, Pasang no había porteado alimentos ni gas, ya que no había podido encontrar el deposito que nosotros habíamos dejado en el C1. Si bien este ultimo hecho fue preocupante para nosotros, podríamos resolver el problema ya que subiríamos juntos nuevamente hasta el C1, donde recogeríamos las provisiones necesarias. Pasang Dawa tendría como tarea principal asistir y guiar a Paulina durante todo el ascenso.
Poco antes de la hora de la cena escuchamos a alguien acercarse a nuestra tienda comedor. Era Edison que había cambiado de parecer y había subido hasta el CBA en compañía de Lakpa. Su plan era ahora pasar la noche a 6400m y reevaluar su condición física y anímica a la mañana siguiente, cuando tomaría su decisión final con respecto a su propio intento de cumbre. Los miembros del equipo habíamos decidido salir con rumbo al C1 el día 16, pasado el medio día. Luego de cenar la sencilla, pero cargada en carbohidratos, comida que nos había preparado Devendra, todos nos dirigimos a nuestras carpas individuales para descansar. Había llegado la hora.
El 15 de mayo amaneció soleado y sin viento, condiciones ideales para iniciar el ataque a la cumbre. Todos nos levantamos pasadas las 8 de la mañana, habíamos tenido una buena noche de descanso. Nos reunimos en la carpa comedor para desayunar, Devendra nos había preparado huevos fritos, avena y chai. Mientras nos alimentábamos e hidratábamos, Edison nos confirmo que realizaría el intento de cumbre con el resto de nosotros. Todos iniciaríamos el ascenso de la Cascada Norte luego de almorzar y pasaríamos la noche en el C1.
Como lo habíamos planeado, Paulina y su sherpa se adelantaron, Edison y Julio los siguieron y yo fui atrás cerrando la fila. Paso poco tiempo antes que nuestros compañeros más experimentados tomaran la delantera. Llegaron primeros al pie de la gigantesca pared de hielo, donde nos volvimos a reunir para el primer descanso y rehidratación. Terminado el descanso, nuevamente Edison y Julio tomaron la delantera y ascendieron muy rápidamente los quinientos metros verticales que separan el pie de la Cascada Norte del Collado Norte, sitio del C1 a 7050m. Por mi parte, mantuve mi ritmo habitual, tenia toda la tarde para llegar al objetivo fijado para ese día. Subía sin apresurarme y parando cada hora para rehidratarme y reponer carbohidratos. Paulina venia detrás con Pasang, a su propio ritmo.
Las cuatro horas y media que tomo cubrir el trayecto hasta el C1 transcurrieron lentamente. La tarde empezó a cubrirse y hacia las 6pm el viento soplo. En los últimos metros de la ascensión, una pareja de austriacos en sus cincuentas me dieron alcance, quede impresionado por la gracia y aparente facilidad con la que se desplazaban en las pendientes nevadas. No pude evitar hablarles para decirles que admiraba su estilo de escalada. Me contaron que esta era su octava visita al monte Everest, sentían fascinación por la gran montaña. Pensaba para mí que en diez años en el futuro me gustaría tener la fortaleza física y el carácter que estos dos nuevos amigos mantenían.
Hacia las 6.30pm llegaba a nuestra carpa. Encontré a Julio y Edison cómodamente instalados en sus sacos de dormir. Aun no habían empezado las tareas de campamento, instalar los quemadores de gas, recoger nieve para fundir, preparar algo para comer. Luego de quitarme los crampones y las botas, entre a la tienda y empecé a organizar la cena. Al poco rato Edison se unió al esfuerzo y en poco tiempo tuvimos listos una deliciosa sopa de pollo con fideo y espaguetis en salsa de hierbas. La comida de sobre de pronto nos pareció tan apetitosa después de días y días de comer dalh bat. Complementamos con una longaniza de pavo para obtener las proteínas necesarias para mantenernos fuertes. Paso algún tiempo antes que Paulina y Pasang llegaran al Collado. Había ya anochecido para cuando pudieron instalarse en la tienda.
La noche fue la larga. La plataforma de nieve donde habíamos instalado el C1 se había desnivelado por efecto del calor del sol. Era como intentar dormir sobre una hamaca dura y fría. Debíamos reacomodarnos constantemente para que nuestras espaladas no sufrieran demasiado. Sin embargo debíamos intentar descansar tanto como pudiéramos. A la mañana siguiente Edison y yo nos repartimos el trabajo de fundir suficiente nieve para preparar un buen desayuno y rellenar nuestros termos y botellas de agua. Edison no se sentía bien. Estaba nervioso y dubitativo. Nos comento que estaba lejos de su cien por cien y definitivamente abandonaría en ese momento su intento de cumbre. Luego de tomar un poco de té, recogió sus cosas y enfilo hacia el CBA. Julio permaneció un buen rato mas dentro de su saco de dormir.
Pasadas los 9:00 am, Julio y yo estábamos listos para iniciar la marcha hacia el C2. Paulina y Pasang se preparaban también, aunque a este ultimo le tomo tiempo encontrar uno de sus crampones. Cuando estuvo listo, avanzamos juntos hasta el lugar donde teníamos nuestro deposito de provisiones y material. Pasang se negó a tomar las provisiones afirmando que no seria necesario portear mas cosas al C2 pues sus amigos sherpas compartirían carpas y comida con el y Paulina. Como montañistas sabíamos mucho acerca de la solidaridad, así que no tuvimos razón para pensar en nada negativo en ese momento.
Iniciamos así nuestra marcha al C2. Con Julio habíamos acordado llevar una pequeña y ligera tienda para dos personas y así darnos más flexibilidad durante el ataque. Él y yo tomamos la delantera, ascendiendo a buen paso la arista norte de la Chomolugma. Pronto dimos alcance a los miembros de la expedición Everest Peace Project. Esta expedición estaba compuesta por un representante de cada una de las más importantes religiones del mundo y su líder era Jamie McGuiness. Ninguno de los miembros era un montañista profesional, a excepción de Jamie, y algunos de ellos nunca habían usado crampones. No nos costo mucho esfuerzo sobrepasarlos. Al cabo de una hora era tiempo de tomar mi primer descaso de rehidratación.
Mientras disfrutaba de la espectacular vista hacia el glaciar Ronbuk y de mi bebida hidratante, Jamie llegó al sitio donde yo estaba sentado y se sentó también a tomar su primer descanso. Inmediatamente entablamos conversación, empezando por el habitual “Hello, where are you from”. Jamie era de Nueva Zelanda, lugar que había dejado hacía más de 10 años. El clásico aventurero, él había llegado a Nepal hace 8, atraído por los magníficos y misteriosos montes himalayas. Su primer trabajo había sido como porteador en una expedición americana al Everest, y desde entonces había participado en 12 expediciones a los gigantes de más de ocho mil metros. Ahora tenía su propia compañía de expediciones guiadas. Jamie y yo nos hicimos amigos de inmediato. Julio se había adelantado un poco entre tanto. Al continuar ascendiendo me ubique a unos 20 metros detrás de Julio, justo a tiempo para poder detener la caída de la pequeña tienda; Por alguna razón esta se había desprendido de la mochila de mi compañero y rodaba cuesta abajo en dirección al vacío. Casi por instinto me estiré cual arquero mundialista y la atrapé con mis manos. ¡Vaya descarga de adrenalina! Con esa espectacular atajada había salvado el día.
Al cabo de cuatro horas Julio y yo llegamos a los 7500m, lugar donde días atrás yo había plantado nuestro campamento. Sin embargo ahora no podía ver por ninguna parte nuestro refugio de nylon. ¿Acaso el viento se lo había llevado? ¿Acaso alguien se lo había llevado? Buscamos por un largo rato y no pudimos encontrar nuestra carpa. Le comentamos el problema a nuestro nuevo amigo Jamie y nos dijo que lo más probable era que alguien hubiera desmontado la carpa para ocupar la plataforma y que estuviera enterrada bajo la nieve en algún lugar cercano al sitio. Volvimos a buscar por alguna señal de nuestra carpa y en efecto, la encontramos desmontada y enterrada. Volver a armarla nos tomaría mucho tiempo y esfuerzo. Julio y yo decidimos dejarla donde estaba y aprovechar el buen tiempo para subir un poco más. En el momento en que enfilábamos hacia arriba, vimos llegar a Pasang, habíamos pasado al menos tres cuartos de hora a 7500m. Al preguntarle por Paulina nos contestó que ella venia subiendo muy lentamente pero que estaba bien y que pronto llegaría. Mientras tanto, él prepararía una tienda y algo de comer para ella.
Julio y yo continuamos subiendo hasta el final de la tarde. Alcanzamos los 7750m y buscamos un buen lugar para montar la pequeña tienda que traíamos desde el C1. En poco tiempo estábamos descansando y al abrigo de los elementos. Era el momento de iniciar las tareas de campo, fundir nieve, preparar té y alimento caliente. Era el momento de echar mano de la comida deshidratada que solo necesita agua caliente para reconstituirse en un plato completo. Escogí pechugas de pollo al grill con puré de papas y vegetales. Es increíble lo que la tecnología espacial puede hacer. Cuando estuvo preparada la cena quise compartirla con Julio, mas sin embargo, mi compañero no pudo pasar bocado, el mal de montaña había hecho presa de él. Y estaba afectado a un punto tal que ni siquiera puedo beber líquidos. Siendo Julio el más experimentado de nosotros en alta montaña, pensaba que su organismo se adaptaría durante la noche y que estaría en condiciones de seguir hacia el C3 a la mañana siguiente. Nos preparamos para dormir. Con el propósito de reducir el peso al mínimo, yo había decidido dejar mi saco de dormir y mi colchón inflable en el C1. Julio en cambio había subido hasta acá esos dos elementos. Mi idea era ponerme el traje de pluma y cubrirme con una manta térmica de aluminio. Así lo hice, y aunque no sentí mucho frío, envidiaba sanamente la relativa comodidad en la que mi compañero pasaría la noche.