Expedición 2006 Ecuador al Everest - Parte II
¿El colapso de un sueño?
Por: Patricio Crausaz
18 de mayo
Al amanecer pregunté a Julio si pensaba que podría reponerse en el CBA lo suficiente como para realizar un nuevo intento en unos días. Él y yo habíamos trabajado codo a codo durante muchos meses para llegar hasta donde estábamos. Nos habíamos planteado desde el principio un ascenso en equipo. Su respuesta fue negativa. Tomamos entonces la decisión de desmontar la tienda en el C2 y recoger la que habíamos dejado a 7500m, junto con las provisiones. Nos retirábamos definitivamente de la montaña. El descenso hasta el C1 fue agobiante para mí, le daba la espalda a mi sueño tan largamente acariciado. Al llegar al C1 recogimos todo lo que pudimos, sin embargo, durante los días de aclimatación habíamos porteado muchas provisiones y equipo que deberían permanecer ahí. Sería necesario un nuevo viaje al Collado Norte para terminar la limpieza. Mientras descansaba en el sitio del C1 entablé conversación con un miembro francés de otra expedición. Me relató un accidente que había ocurrido muy alto en la arista cimera la noche en que él había hecho su intento. Un compatriota suyo había dado un mal paso y caído al vacío a más de 8700m. Él estaba muy impresionado por ello y se refería a lo insegura que le parecía la ruta cuando habían tantos montañistas poco experimentados tratando de subir el Segundo Paso o haciendo la travesía de la pirámide cimera. Decía que era como una invitación al desastre. Nosotros habíamos escuchado acerca de los múltiples accidentes que habían ocurrido muy alto en la montaña en las noches anteriores; Seis personas habían fallecido tratando de alcanzar su sueño de pararse en el punto más alto del planeta.
Julio se adelantó. Poco después lo seguí en el descenso de la Cascada Norte. Nuestras mochilas eran tan grandes que en ocasiones nos confundieron con sherpas. Las expediciones comerciales más grandes también empezaban a retirarse de la montaña y sus porteadores bajaban cargados a reventar. Cubrimos rápidamente el trayecto hasta el CBA. Hacía mucho sol y para cuando llegamos a nuestras tiendas, poco después del medio día, estábamos al borde de nuestras fuerzas. Al llegar al campo base avanzado Lakpa y Devendra nos ayudaron con las mochilas. Informamos a nuestros compañeros y asistentes que habíamos fracasado en nuestro intento de llegar a la cima del Everest. Lakpa nos dijo palabras de aliento, lo más importante era que estábamos de vuelta vivos, la montaña seguiría ahí el próximo año. Ahora descansaríamos un par de días, los yaks vendrían el 22 de mayo para bajar nuestra carga hasta el CB.
Mientras esperábamos por el almuerzo que nos preparaba Devendra, Paulina vino a buscarme para decirme que se había presentado otro problema con Pasang Dawa. Él ahora demandaba un pago adicional de USD1200 dólares por las dos botellas adicionales de oxigeno que había conseguido para ella. Yo no podía creer el descaro del sherpa, y como líder de la expedición, Paulina esperaba que yo resolviera este nuevo problema. Le pedí a Dawa que explicara esta abusiva demanda, nunca nos había mostrado las dos botellas de oxigeno y nosotros sabíamos que su valor era muy inferior al que ahora pedía. Naturalmente me negué a pagarle lo que exigía, y ese fue motivo suficiente para que el sherpa intentara agredirme con un termo. Gracias a mi mayor tamaño y velocidad de reacción, pude contener el ataque y dominar al agresor. Pasang Dawa continuó profiriendo insultos y amenazas, por lo que no pude hacer otra cosa que expulsarlo de la carpa comedor y echarlo del campamento. El sherpa tomó sus cosas y se marchó. Luego nos dimos cuenta que se había llevado también cuatro botellas de oxigeno sin usar que habíamos comprado para Paulina así como dos reguladores y dos máscaras que habíamos rentado. Él nos había engañado desde el principio y ahora nos robaba descaradamente sin que pudiéramos hacer nada para evitarlo. Esto confirmaba las advertencias que habíamos recibido con respecto a los sherpas, que desde hace algún tiempo, habían empezado a perder esa mística y lealtad legendarias que les había caracterizado desde las pioneras expediciones inglesas de los años 1920.
Al día siguiente Julio y yo nos preparábamos para volver a subir al Collado Norte para terminar la tarea de limpiar el C1. Edison se acercó y se ofreció a subir con Lakpa para hacer el trabajo. Los tres días que había pasado en el CBA le habían permitido recuperarse lo suficiente como para estar en mejor estado que nosotros. Él subiría con Lakpa.
Entre tanto yo fui con Paulina al campamento de Project Himalaya – Everest Peace Project para recuperar el regulador que les había prestado. El grupo había tenido algunos problemas y dos de sus miembros apenas habían podido regresar vivos. Uno de ellos había sufrido graves congelaciones en sus manos. Jamie nos invitó a tomar una coca cola en su carpa comedor. Mientras disfrutábamos de esta infusión de glucosa y cafeína, le conté a nuestro anfitrión lo que había sido nuestro propio intento y el peso que sentía sobre mis espaldas con relación a los auspiciantes y todas las personas que nos habían apoyado y alentado durante toda nuestra aventura. Jamie respondió que el hecho de haberles prestado el regulador en un momento tan crítico había salvado su propio intento de cumbre, por lo que gustoso me permitiría usar sus campamentos, si yo deseaba hacer un segundo intento. De pronto se abría una nueva oportunidad. Paulina expresó también su deseo de hacer un segundo intento. Jaime la había visto subiendo del C1 al C2 y le recomendó pensarlo muy bien ya que si de verdad quería hacerlo, él pensaba que ella necesitaría la asistencia de dos sherpas. Jamie tenía un equipo muy bueno y confiable de porteadores, sin embargo sería necesario pagarles una suma muy importante para que la acompañaran en su segundo intento. No fue muy difícil para ella decidir que un segundo intento estaba fuera de sus posibilidades.
Cuando volvimos a nuestro campamento, informé a todos mi decisión de quedarme y realizar un segundo intento en representación del equipo. Acordamos que mis compañeros se adelantarían a Katmandú el día 22 de mayo, como habíamos previsto. Ellos llevarían todo el material común y algunas de mis cosas personales. Yo me quedaría con lo mínimo necesario para hacer el intento de cumbre. Nuestros colegas José Jijón y Patricio Tisalema también colaborarían prestándome material más apropiado para hacer un ascenso solo. Estaba preparado.
Debí permanecer un día en el CBA a la espera de una nueva ventana de buen tiempo. Fue una buena oportunidad para conocer a todos los miembros de Project Himalaya que realizaría su propio intento de cumbre en los siguientes días. Era un grupo muy interesante, con miembros de Estados Unidos, Suecia, España e Inglaterra. Durante los siguientes tres días compartiríamos emociones intensas.
Por: Patricio Crausaz
18 de mayo
Al amanecer pregunté a Julio si pensaba que podría reponerse en el CBA lo suficiente como para realizar un nuevo intento en unos días. Él y yo habíamos trabajado codo a codo durante muchos meses para llegar hasta donde estábamos. Nos habíamos planteado desde el principio un ascenso en equipo. Su respuesta fue negativa. Tomamos entonces la decisión de desmontar la tienda en el C2 y recoger la que habíamos dejado a 7500m, junto con las provisiones. Nos retirábamos definitivamente de la montaña. El descenso hasta el C1 fue agobiante para mí, le daba la espalda a mi sueño tan largamente acariciado. Al llegar al C1 recogimos todo lo que pudimos, sin embargo, durante los días de aclimatación habíamos porteado muchas provisiones y equipo que deberían permanecer ahí. Sería necesario un nuevo viaje al Collado Norte para terminar la limpieza. Mientras descansaba en el sitio del C1 entablé conversación con un miembro francés de otra expedición. Me relató un accidente que había ocurrido muy alto en la arista cimera la noche en que él había hecho su intento. Un compatriota suyo había dado un mal paso y caído al vacío a más de 8700m. Él estaba muy impresionado por ello y se refería a lo insegura que le parecía la ruta cuando habían tantos montañistas poco experimentados tratando de subir el Segundo Paso o haciendo la travesía de la pirámide cimera. Decía que era como una invitación al desastre. Nosotros habíamos escuchado acerca de los múltiples accidentes que habían ocurrido muy alto en la montaña en las noches anteriores; Seis personas habían fallecido tratando de alcanzar su sueño de pararse en el punto más alto del planeta.
Julio se adelantó. Poco después lo seguí en el descenso de la Cascada Norte. Nuestras mochilas eran tan grandes que en ocasiones nos confundieron con sherpas. Las expediciones comerciales más grandes también empezaban a retirarse de la montaña y sus porteadores bajaban cargados a reventar. Cubrimos rápidamente el trayecto hasta el CBA. Hacía mucho sol y para cuando llegamos a nuestras tiendas, poco después del medio día, estábamos al borde de nuestras fuerzas. Al llegar al campo base avanzado Lakpa y Devendra nos ayudaron con las mochilas. Informamos a nuestros compañeros y asistentes que habíamos fracasado en nuestro intento de llegar a la cima del Everest. Lakpa nos dijo palabras de aliento, lo más importante era que estábamos de vuelta vivos, la montaña seguiría ahí el próximo año. Ahora descansaríamos un par de días, los yaks vendrían el 22 de mayo para bajar nuestra carga hasta el CB.
Mientras esperábamos por el almuerzo que nos preparaba Devendra, Paulina vino a buscarme para decirme que se había presentado otro problema con Pasang Dawa. Él ahora demandaba un pago adicional de USD1200 dólares por las dos botellas adicionales de oxigeno que había conseguido para ella. Yo no podía creer el descaro del sherpa, y como líder de la expedición, Paulina esperaba que yo resolviera este nuevo problema. Le pedí a Dawa que explicara esta abusiva demanda, nunca nos había mostrado las dos botellas de oxigeno y nosotros sabíamos que su valor era muy inferior al que ahora pedía. Naturalmente me negué a pagarle lo que exigía, y ese fue motivo suficiente para que el sherpa intentara agredirme con un termo. Gracias a mi mayor tamaño y velocidad de reacción, pude contener el ataque y dominar al agresor. Pasang Dawa continuó profiriendo insultos y amenazas, por lo que no pude hacer otra cosa que expulsarlo de la carpa comedor y echarlo del campamento. El sherpa tomó sus cosas y se marchó. Luego nos dimos cuenta que se había llevado también cuatro botellas de oxigeno sin usar que habíamos comprado para Paulina así como dos reguladores y dos máscaras que habíamos rentado. Él nos había engañado desde el principio y ahora nos robaba descaradamente sin que pudiéramos hacer nada para evitarlo. Esto confirmaba las advertencias que habíamos recibido con respecto a los sherpas, que desde hace algún tiempo, habían empezado a perder esa mística y lealtad legendarias que les había caracterizado desde las pioneras expediciones inglesas de los años 1920.
Al día siguiente Julio y yo nos preparábamos para volver a subir al Collado Norte para terminar la tarea de limpiar el C1. Edison se acercó y se ofreció a subir con Lakpa para hacer el trabajo. Los tres días que había pasado en el CBA le habían permitido recuperarse lo suficiente como para estar en mejor estado que nosotros. Él subiría con Lakpa.
Entre tanto yo fui con Paulina al campamento de Project Himalaya – Everest Peace Project para recuperar el regulador que les había prestado. El grupo había tenido algunos problemas y dos de sus miembros apenas habían podido regresar vivos. Uno de ellos había sufrido graves congelaciones en sus manos. Jamie nos invitó a tomar una coca cola en su carpa comedor. Mientras disfrutábamos de esta infusión de glucosa y cafeína, le conté a nuestro anfitrión lo que había sido nuestro propio intento y el peso que sentía sobre mis espaldas con relación a los auspiciantes y todas las personas que nos habían apoyado y alentado durante toda nuestra aventura. Jamie respondió que el hecho de haberles prestado el regulador en un momento tan crítico había salvado su propio intento de cumbre, por lo que gustoso me permitiría usar sus campamentos, si yo deseaba hacer un segundo intento. De pronto se abría una nueva oportunidad. Paulina expresó también su deseo de hacer un segundo intento. Jaime la había visto subiendo del C1 al C2 y le recomendó pensarlo muy bien ya que si de verdad quería hacerlo, él pensaba que ella necesitaría la asistencia de dos sherpas. Jamie tenía un equipo muy bueno y confiable de porteadores, sin embargo sería necesario pagarles una suma muy importante para que la acompañaran en su segundo intento. No fue muy difícil para ella decidir que un segundo intento estaba fuera de sus posibilidades.
Cuando volvimos a nuestro campamento, informé a todos mi decisión de quedarme y realizar un segundo intento en representación del equipo. Acordamos que mis compañeros se adelantarían a Katmandú el día 22 de mayo, como habíamos previsto. Ellos llevarían todo el material común y algunas de mis cosas personales. Yo me quedaría con lo mínimo necesario para hacer el intento de cumbre. Nuestros colegas José Jijón y Patricio Tisalema también colaborarían prestándome material más apropiado para hacer un ascenso solo. Estaba preparado.
Debí permanecer un día en el CBA a la espera de una nueva ventana de buen tiempo. Fue una buena oportunidad para conocer a todos los miembros de Project Himalaya que realizaría su propio intento de cumbre en los siguientes días. Era un grupo muy interesante, con miembros de Estados Unidos, Suecia, España e Inglaterra. Durante los siguientes tres días compartiríamos emociones intensas.